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Actualizado: 12 de mayo de 2025
La sobrina del Vara de plata volvía a llamarles desde la puerta de su clavería. Ahora vamos, muchacha dijo el cura . Tengo que decirle antes una razón a este señor. La Iglesia española, rancia, como tú dices, ha quedado empobrecida, ¡y aún te parece poca revolución! ¿Qué es lo que tú quieres?, ¿qué es lo que deseas para que esto se arregle?
La duda de Descartes fué una especie de revolucion contra la autoridad científica, y por tanto fué llevada por muchos á una exageracion indebida. Sin embargo no es posible desconocer que habia en las escuelas necesidad de un sacudimiento, que las sacase del letargo en que se encontraban.
Don Pompeyo iba taciturno. Abrió la puerta de su casa con su llavín; entró sin hacer ruido; y a poco cerraba los ojos, metido en su lecho, por no ver la claridad acusadora que entraba por las rendijas de los balcones cerrados. Aquello de acostarse de día era una revolución que mareaba a Guimarán; dudaba ya si las leyes del mundo seguían siendo las mismas.
En momentos de revolución él es el empujado; pero se amontona, sale de su cauce, y como el torrente que arrastra árboles y piedras, lo trastorna todo aumentando su propia fuerza con las masas de hombres-sólidos que lleva consigo.
El, como muchos que adquirieron patente mambisa en la revolución del 95, no tiene ni tuvo nunca otro ideal que derribar el imperio español para levantar el imperio yankee.
Plácido y el pirotécnico se cambiaron otra mirada. Si no llega á estar enfermo ese... ¡Se simula una revolucion! añadió negligentemente el pirotécnico, encendiendo un cigarillo por encima del tubo del quinqué; y ¿qué haríamos entonces? Pues hacerla ya de véras, porque, ya que nos van á degollar... La tos violenta que se apoderó del platero impidió que se oyese la continuacion de la frase.
Y es lo curioso que a medida que la revolución se desencadenaba y el republicanismo de la Fábrica crecía, aumentáronse también las prácticas religiosas.
Eso digo yo, Sr. D. José. ¿Por qué todo esto no ha de ser nuestro? A ver, ¿qué razón hay? ¿Qué pecado hemos cometido usted y yo para no vivir aquí? Justamente: ese es mi tema. Hay que decir las cosas muy claritas. Que venga esa revolución, que venga. ¿Somos iguales, sí o no? Sí afirmó Miquis con acento de Mirabeau. Así es que yo no me explico...».
¡Qué pena, hermanos míos! ¡qué dolor! Estamos en plena Revolución; es decir, como Job en el basurero, llenos de toda suciedad. ¡Aquí es el rechinar de dientes y crujir de huesos!
»Mientras hablaba el anciano, Carlos tenía fija en él la mirada, y escuchaba con atención sus palabras, como buscando un recuerdo en su memoria. Una repentina revolución efectuábase en él; al recobrar su razón, me tendió la mano con ternura. »Juanita me dijo; amada mía...
Palabra del Dia
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