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Actualizado: 15 de noviembre de 2025
«A don Antonio de Castroverde, por este tiempo le prendieron los alcaldes de la Real Audiencia y está condenado en vista á cortar la cabeza y en revista le condenaron á degollar y le degollaron en sábado de Ramos 8 de Abril de 1623 años» .
Hullin se despertó muy temprano y dio una vuelta por el vivaque; se detuvo unos instantes a contemplar la meseta, los cañones que apuntaban hacia el desfiladero, los guerrilleros tendidos alrededor de las hogueras y los centinelas con el fusil al brazo. Luego, habiendo quedado satisfecho de la revista, entró en la casa de labor, en la que aún dormían Luisa y Catalina.
Con este designio libró las órdenes para que se aprontase toda su gente, incluso alguna de otras provincias, que buscaron su seguridad amparándose en la suya, y pasada la revista se halló consistian todas sus fuerzas en 130 fusileros, 390 lanceros de á pié, y 140 de á caballo, 84 hombres armados con sables y 80 únicamente con palos y hondas, cuyo total componia el de 824 hombres.
Pasa revista á los árboles frutales, á ver cómo van cuajando. Las cerezas abundan. En cuanto á los perales, todavía no se sabe á punto fijo lo que darán; pero esta noble familia, que es sumamente cortés y atenta, manda en este mes, como regalo extraordinario, unas peritas sabrosas, que aceptamos con júbilo. San Juan las trae, las apadrina y les da su nombre.
En su presencia sintió impresión muy distinta a la que le había inspirado el poema Amor y muerte, que pocos meses antes había publicado cierta revista literaria titulada Los Ecos del Manzanares: sintió frío y miedo y apego sin condición a la vida, de la cual tantas veces había maldecido en verso.
Sus negros ojos pasaron rápida revista á los circunstantes y acabaron por fijarse, con expresión un tanto irónica, en el hermano acusador. Entregó éste el pergamino al relator de la orden, quien lo leyó con voz pausada y entonación solemne, escuchado atentamente por todos los religiosos allí congregados.
En la penumbra del corredor, el aire fresco me calmó muy pronto. Di algunos paseos y después fui en busca de una criada para que me indicara mi habitación. La señora ha arreglado todo ella misma en el cuarto y ha prohibido que lo toquen; hay también una carta para la señorita. Cuando me quedé sola, pasé revista a la habitación. ¡Querida y excelente hermana!
Columpiábame en mi mullido sillón, de estos que dan vuelta sobre su eje, los cuales son especialmente de mi gusto por asemejarse en cierto modo a muchas gentes que conozco, y me hallaba en la mayor perplejidad sin saber cuál de mis numerosas apuntaciones elegiría para un artículo que me correspondía ingerir aquel día en la Revista.
Estos, animados por su mansedumbre, llevaron al extremo sus bromas, hasta que Modesto les puso término del modo siguiente. Un día que había gran formación, con motivo de una revista, Modesto ocupaba su lugar al extremo de una fila.
La obra era una revista, manojo de desvergüenzas mal escritas, adornado con música populachera de aires franceses disfrazados a la chulesca. La esperanza del éxito estaba fundada en media docena de decoraciones y en los trajes de las actrices, o, más claro, en la poquísima ropa que habían de ponerse.
Palabra del Dia
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