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Entonces la abnegada víctima, forzada por su confesor, les reveló el tremendo secreto: El mundo olvidará les dijo el nombre de la mujer que os dió la vida; pero habría sido implacable para con vosotros si vuestro padre hubiese subido los escalones del cadalso.

Ya veis que mi hermano no se atrevió á confiarlo á un papel que puede perderse, pero cuando llegué me lo reveló. ¿Y era... el duque de Osuna? ; , señora... ¿Y su madre?... Faltó el habla á mi hermano para revelármelo... murió poco después de haber llegado yo. ¡Qué desgracia! un secreto á medias... ¿y sabe él ese secreto?

Bajo el arco grandioso de la Estrella, De estéril gloria monumento audaz, Pensaste en los principios fecundantes Que al mundo reveló la libertad, Y en la palabra que batia en brecha Cuatro tablas que alzó la vanidad.

El mismo la comunicó con afectada indiferencia; tenía muchos negocios pendientes; necesitaba liquidar; no sabía el tiempo que permanecería por allá. Elena recibió la nueva sin pestañear, pero el corazón le dio un vuelco. No sabía si amaba a Reynoso aunque estaba segura de que pensaba en él todo el día. Aquel golpe le reveló su amor.

Se reveló ahí, fabricante de genio, creador de obras maravillosas; así en los vitraux, inspirados en las antiguas cristalerías, como en los vasos y bibelots de alto precio, de formas exquisitas, de coloraciones raras, sus creaciones obtuvieron éxito creciente entre los buenos conocedores. Seguro de su porvenir, se casó. La mujer que eligió era hermosa, inteligente y buena.

Llega entonces Serafina, y declara que ella reveló lo que había visto, y que Don Jerónimo no ha faltado ni al secreto ni al juramento. Los dos amigos reconciliados se abrazan, y Don Pedro da su mano á Violante.

Del mismo modo una hoja flotando a merced del viento, me reveló a el medio de correspondencia que debía emplear.

Recordando en términos discretos la juventud tempestuosa del señor Neris, la condesa reveló a Raúl el matrimonio escandaloso de su tío con una mujer indigna que le había indispuesto con toda la familia hasta el día en que, solo y abandonado con una hija en la cuna, había venido a suplicar a su hermana que le acogiese en su casa.

Adolfo reveló la sorpresa más profunda... Meditó, se rió, estornudó, rascose la frente y, como había ojeado a Renan y leído a France, dijo al cabo: ¡En mi vida vi nada más curioso!... ¡Si lo que no inventan estas mujeres nadie podría inventarlo!... ¿Con que lo del capitancito era un «truc» para que Vázquez se decidiese?... Pero no se lo vayas a contar imploró Coca.

En efecto, sus amigos habían visto el rastro del tigre y corrían sin esperanza de salvarlo. El desparramo de la montura les reveló el lugar de la escena, y volar a él, desenrollar sus lazos, echarlos sobre el tigre, empacado y ciego de furor, fué la obra de un segundo.