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Actualizado: 12 de mayo de 2025
-Yo, a lo menos -replicó el canónigo-, he tenido cierta tentación de hacer un libro de caballerías, guardando en él todos los puntos que he significado; y si he de confesar la verdad, tengo escritas más de cien hojas.
-Yo no os entiendo, marido -replicó Teresa-: haced lo que quisiéredes, y no me quebréis más la cabeza con vuestras arengas y retóricas. Y si estáis revuelto en hacer lo que decís... -Resuelto has de decir, mujer -dijo Sancho-, y no revuelto.
A lo que dijo el ama: -Díganos, señor: en la corte de Su Majestad, ¿no hay caballeros? -Sí -respondió don Quijote-, y muchos; y es razón que los haya, para adorno de la grandeza de los príncipes y para ostentación de la majestad real. -Pues, ¿no sería vuesa merced -replicó ella- uno de los que a pie quedo sirviesen a su rey y señor, estándose en la corte?
Pero «quien no quiere escuchar debe padecer.» Si por arrogancia y por obstinación corre a su pérdida... Permite, Enriqueta... insinuó el señor Hellinger tímidamente. Yo nada permito, querido Adalberto replicó ella. ¡Quien no quiere escuchar, digo, debe padecer!
Podrá ser que me equivoque, pero lo dudo replicó la López Moreno, que no renunciaba fácilmente a la honra de haber sido amenazada por un puño real. El general Pastor oíalo todo complacidísimo, viendo en aquella catástrofe los primeros truenos de la terrible tempestad que comenzaba a desencadenarse en España.
«¿Quieres que te tome la lección?» dijo Rubín cogiendo la cartilla. Ni falta... canijo, espátula, paice un garabito... No quiero que me tome lición replicó la chica remedándole la voz y el tono. No seas salvaje... Es preciso que aprendas a leer, para que seas mujer completa dijo Rubín esforzándose en parecer juicioso . Hoy has estado un poco salida de madre, pero ya eso pasó.
No se ha de excusar replicó. Era realmente un hombre extraño y poco me costaría confesar a usted que llegó a serme odioso... Vivía aún cuando me casé; me hizo su heredera a condición de que mi marido y yo viviríamos con él... No es posible imaginar cómo nos hizo insoportable la vida.
Ya veis, hijo mío agregó, que vuestro abuelo se ha marchado a tiempo. Bien se dice que en una buena olla puede hacerse un mal cocido. Cuidad vos agora, hijo mío, las palabras, y teneos muy quedo, por un espacio. ¿Y quién ha dado los nombres? preguntó Ramiro. Alguno será replicó el lectoral que no quiso ver a España destrozada otra vez por la revuelta, como en tiempos del Emperador.
No delante de mí, al menos replicó un joven, que había oído las palabras del conde de Fuentes. Era Rafael Moncénigo, el cual ostentaba con orgullo las insignias de su nuevo empleo. El barbero trató de contener a su hijo. Déjeme usted, padre mío; mientras mi mano pueda sostener una espada, no se ultrajará impunemente a Farinelli en mi presencia, y el señor me dará una satisfacción.
Señora replicó el regente fluctuando entre la seriedad y la risa . ¿Usted no lo entiende?... pues yo tampoco. Su natural es tímido. Por eso, cuando veo que rompe a hablar con personas que no son de confianza, me escamo mucho. De algún tiempo acá todo cuanto ese chico habla es tan atinado, que podrían tenerlo por suyo los siete sabios de Grecia.
Palabra del Dia
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