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Yo admiraba la audacia y el patriotismo de esos hombres eminentes, regeneradores de España; pero al ver los armarios repletos de códigos, constituciones y tratados, me decia con tristeza: «¡Cuánta letra muertaEntretanto pasaba por la calle un batallon, y el ruido de las cornetas penetró hasta la biblioteca del Congreso, «Esa es la verdadera ley; me dije entónces, esa voz gobierna á los pueblos con mas poder que la de sus pretendidos representantes....

El trigo, los sacos repletos que Batiste y su hijo subían al granero y al caer de sus espaldas hacían temblar el piso, conmoviendo toda la barraca, era lo que interesaba á la familia. Comenzaba para todos ellos la buena época. Tan extremada como había sido hasta poco antes la desgracia, era ahora la fortuna.

Unos caían de espaldas, como talegos repletos, y su cabeza, al encontrar las tablas de la valla, producía un eco lúgubre. Ese no se levanta gritaban en el público . Debe tener abierto el melón.

Los dueños de hoteles y restoranes, por agradecimiento, colgaban mi retrato un el lugar más visible de sus comedores, siempre repletos. Los diarios publicaban mi biografía, y al hablar de mis riquezas se veían obligados á romper sus columnas, colocando una línea de ceros á todo lo ancho de la página, y aun así, les faltaba espacio.

Y por otra parte, los monumentos y la raza predisponen al amor del arte. Desde que se comienza á marchar, á vivir, se ven por todas partes admirables monumentos, bellos en su exterior y repletos de tesoros en su interior, y se observan fisonomías hermosas.

En un rincón está la olla de la levadura; del techo penden grandes horones repletos de panes; en las paredes cuelgan tres cernederas y cuatro cedazos de espesa urdimbre a diminutos cuadros blancos, rojos y pardos, con blancas cintas entrecruzadas que refuerzan la malla. El segundo cuerpo de la casa tiene las paredes doradas por los años.

No era verdad, sin embargo, porque D. Marcelino, cuando llegó de tierra de Campos hacia treinta años, traía las manos ocupadas con una porción de saquillos de lienzo crudo repletos de espliego, flor de malva, manzanilla, sanguinaria, flor de tila, anís y otras varias hierbas y simientes medicinales, que pregonaba con hermosa voz de barítono que á los vecinos de Vegalora les penetraba hasta lo más escondido de los sesos.

Media hora de retraso en el nacimiento de una hoja infundía grandes esperanzas en el público, que se imaginaba encontrar noticias estupendas. Todos se arrebataban los últimos suplementos; todos llevaban los bolsillos repletos de papel, esperando con ansiedad nuevas publicaciones para adquirirlas. Y todas las hojas decían aproximadamente lo mismo.

El curioso Alemán llevaba todos los bolsillos repletos de naranjas y bizcochos, y en tres horas, hasta que el sueno le rindió, no suspendió sus ejercicios gastronómicos. Pero es el caso que al pedirle detalles sobre las comarcas que había visitado no daba razón de nada, explicando su Ignorancia con mil subterfugios.

Al dar la una en el reloj del despacho, don Juan sale de su casa llevando el corazón henchido de amor, el ánimo resuelto a todo y los bolsillos repletos de dinero. ¿Qué más necesita el hombre a quien aguarda una mujer? Capítulo XXIII Concluye ésta, entre verídica o imaginaria historia, con el raro ejemplo de una mujer que todo lo pospone al deseo de ser amada