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Actualizado: 12 de julio de 2025
Pero la misma ofendida no extremaba mucho, como parecía natural, los anatemas contra el seductor, por cuya razón tuvo Maximiliano que redoblar su furia contra él, llamándole monstruo y otras cosas muy malas. Fortunata veíase forzada a repetirlo; pero no había medio de que pronunciara la palabra monstruo.
Sólo Paco Gómez se aventuró una vez a hacerlo por broma o fanfarronada; pero al llegar al salón se le recibió con sorpresa y frialdad tan despreciativas, que no le quedaron ganas de repetirlo. El hombre del canastillo se apresuró a entrar y cerrar la puerta; atravesó el pórtico y subió por la gran escalera de piedra, en cuyos peldaños gastados por el uso se rezumaba constantemente alguna humedad.
Sin embargo agregó Dolly llegando a un punto que había resuelto tocar de antemano , tenéis que criarla como los hijos de las gentes bautizadas, llevarla a la iglesia y hacerle aprender el catecismo. Mi pequeño Aarón puede repetirlo perfectamente; os reza el credo y lo demás así como los mandamientos, lo mismo que si fuera un niño del coro.
Las señoras no suspiraban; miraban los devocionarios abiertos y hasta pasaban hojas. Los inteligentes opinaban que el prelado «se había descompuesto», tal vez se había perdido. «Aquello era sacar el Cristo». El púlpito no era aquello. Glocester, desde un rincón, se escandalizaba para sus adentros. «¡Pero eso es un cómico!» pensaba; y pensaba repetirlo en saliendo.
Entonces explanó Butrón su plan con todos sus pormenores... No se trataba de una asociación de señoras exclusivamente alfonsinas, mil veces lo había dicho y no se cansaría jamás de repetirlo.
¡Siempre tus ideas!... ¡Qué extraña eres!... En fin, explica de una vez lo que quieres... ¿Lo que quiero?... no hago más que repetirlo, abuela. Desearía, sencillamente, elegir yo misma mi marido... si debo casarme. Quisiera que se me permitiese ver seres masculinos de carne y hueso y aprender a conocerlos de otro modo que de oídas.
En cierta ocasión, habiendo hablado en un artículo del mondadientes de marfil de una dama, viéndose obligado á repetirlo por la fuerza de la sintaxis y pareciéndole vulgar la palabra palillo, llamó á aquel objeto el ebúrneo estilete. Por esta razón aparecían en sus escritos unas palabrejas que sus enemigos, en el furor de la envidia, llamaban estrambóticas.
Sí, pero fundado en lo que tú has hecho arrastrada de esa vanidad necia, que en vano he querido arrancarte del alma. Entendámonos, Gonzalo. ¿Qué es lo que yo he hecho? profirió ella con voz irritada. El joven guardó silencio mirándola fijamente. Después de unos instantes dijo con lentitud: Demasiado lo sabes. El repetirlo, me humilla. Hubo otro rato de silencio.
¿Fugaces?... ¡Qué disparate!... Precisamente es la sensación que por más tiempo se fija en nosotros. Estás equivocado: ¿a que no te acuerdas de algo de lo que oíste en la última temporada teatral? Posiblemente no podría repetirlo; pero si lo volviera a oír dentro de algunos años lo recordaría y asistiría imaginativamente a la escena que me rodeaba, la primera vez que lo escuché.
Los de los censores me hacen el mismo efecto que le hacían al portugués los del casteçao. El cuento es harto sabido para repetirlo. Esto sería no escribir para nadie.
Palabra del Dia
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