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Actualizado: 11 de junio de 2025
La madre Misericordia, á pesar de ser abadesa de las Descalzas Reales, no era una vieja. Esto no tenía nada de extraño, porque á falta de edad tenía caudal. Gastaba generosamente gran parte de él en regalos á las monjas. Y hemos dicho mal al decir que generosamente, porque aquellos regalos habían tenido su objeto antes de ser abadesa la madre Misericordia. Serlo.
El poeta se acordó de dos ocasiones en que el héroe, irritado por su franqueza, le había dado varias bofetadas, manifestando luego su arrepentimiento con valiosos regalos. Olvidó los regalos para acordarse únicamente de los golpes, y tuvo prisa en manifestar su entusiasmo por los versos.
Su mayor placer era salir el domingo con la escopeta al hombro á cazar chimbos en los montes, pajarillos de varias clases, que habían proporcionado un mote á los hijos de la villa. El mayor de los regalos era subirse, en las tardes que no tenía trabajo, á algún chacolín del camino de Begoña á saborear el bacalao á la vizcaína, rociándolo con el vinillo agrio del país.
Consérvalo como recuerdo mío. Dicho esto, saltó a la piragua, hizo tender las velas y se dió a la mar saludando por última vez a sus amigos. El Capitán y sus compañeros, que no habían comprendido el significado de aquellas palabras, creyeron que aquellos paquetes contendrían regalos de poco valor; pero ¡cuál sería su sorpresa cuando, abiertos, vieron que estaban llenos de polvo de oro!
Pronto vino en cuenta de su error. El indiano, aunque tuviese dinero, ni lo mostraba. Largos seis meses lo tuvo de huésped en casa, haciendo por obsequiarle no pocos sacrificios, sin obtener más recompensa que algunos livianos regalos a las chicas y a Rafael.
La causa del rompimiento fué que cuando aquellos cinco Misioneros de quien poco antes hablé, llevaron consigo á la ciudad de la Asunción los más nobles de aquella nación, no fueron éstos recibidos de la ciudad con buena cara, temiendo que venían á reconocer la tierra y darles de improviso un asalto y saquearla; con todo eso, por respeto de los nuestros, los trató cortesmente el Gobernador, y acariciados con mil regalos y presentes se volvieron á sus tierras.
El padre Anselmo, viendo que don Andrés y los señores de Roldan hacían regalos muy lucidos, no quiso ser menos, hasta donde sus recursos lo consintieran. Y con el fin de que su regalo tuviese el significado de retractación y palinodia, prometió hacer venir de Madrid un lujoso corte para un vestido de seda.
Pero lo que más satisfacía su vanidad femenil eran las botas, las famosas botas color limón con las que había soñado tantas veces, y que apreciaba como el mejor de los regalos de Isidro. El calzado era una de sus preocupaciones.
Continuamente está haciendo regalos a mis hijas, y para después de su muerte ha legado a Alfonso esta propiedad de Montculot, que aun con un gravamen de doscientos mil francos, le servirá acaso de ayuda el día que necesite casarse. 4 de agosto. En el parque de Montculot, al lado de la fuente Fayard.
Hacia regalos á Zadig, en que tenia mas parte el amor de lo que ella se pensaba; y muchas veces, quando se figuraba que le hablaba como reyna, satisfecha se expresaba como muger enamorada. Muy mas hermosa era Astarte que la Semira que tanta ojeriza tenia con los tuertos, y que la otra que habia querido cortar á su esposo las narices.
Palabra del Dia
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