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Actualizado: 25 de junio de 2025


El convoy queda seguro en la ciudad M, adonde me he replegado, abandonando al enemigo unas posiciones que me eran inútiles, y dejándole que se cebase en una porcion de viveres que en el ardor de la refriega cayeron en su poder, á causa de un desórden momentáneo que se debió al miedo de los bagajerosEl negocio presenta mal aspecto; á pesar de todos los rodeos, se conoce que el vencedor ha perdido una parte del convoy, y no ha podido pasar con lo restante.

Sin embargo, el valiente y artificioso Quino, después que dejó á su amigo en seguro, se lanzó otra vez á la refriega. Observando que los suyos, antes tan animosos, cedían al empuje poderoso de Toribión y perdían terreno gradualmente, una tristeza profunda le traspasó el corazón. Entendió claramente que no tardarían en darse á la fuga.

Cargaron con tanta violencia y multitud aquel pequeño trozo, que se componia de solos 40 hombres, que no bastó el valor para la resistencia, y cediendo al mayor número y á la fuerza, fué preciso pensar en la retirada, en que hubieran perecido todos por el desórden son que la egecutaron, á no haber salido á sostenerlos la compañia de granaderos milicianos, no pudiendo evitar perdiese la vida en la refriega D. Francisco Revilla, y dos granaderos que le acompañaron en su desgraciada suerte: pues aunque despues salió Flores con mayor número de gente, sirvió poco su diligencia, por haber entrado la noche.

Mientras mas recia estaba la refriega, doblado esfuerzo mostraban los de á pie, que aunque heridos i con mas heridas de refresco, no curaban de apretárselas por no pararse á ello; pues el coraje de los enemigos no daba lugar mas que para matar ó morir. En esto Taric llegó al carro bélico, en que iba Rodrigo, lo acometió desaforadamente, i pasó de una lanzada el pecho del rei.

Pero poco a poco comprende que hay allí intención preconcebida, y cuando llega a los capítulos sobre Colombia, se encuentra insensiblemente engolfado en un análisis sutil de aquella constitución, que, según el dicho de Castelar, «ha realizado todos los milagros del individualismo moderno». Entonces se refriega los ojos, vuelve a leer, y con asombro halla que el autor critica y critica con fuerza el régimen federal de gobierno.

Todos los encamisados era gente medrosa y sin armas, y así, con facilidad, en un momento dejaron la refriega y comenzaron a correr por aquel campo con las hachas encendidas, que no parecían sino a los de las máscaras que en noche de regocijo y fiesta corren.

Efectivamente, dos grandes y poderosas huestes iban a chocar en aquella planicie. ¿A qué describir el brillo de las armas, las empresas de los escudos, el ardor de los combatientes; el relinchar de los corceles y demás accidentes de la empellada refriega?

Al tercero dia de la espantosa refriega, viendo Taric que en los muslimes iba cayendo el valor, alzándose en los estribos i dando á su caballo aliento, soltó la voz á estas razones: «Esforzados muslimes, siempre vencedores, nunca vencidos; ¿qué ciego furor os guia á dejar el campo i la victoria, por el godo enemigo? ¿Dónde está vuestro arrojo? ¿dónde vuestras pasadas glorias? ¿dónde la constancia?

CAP. X. De la Refriega, que nos dieron los Indios.

Concluído el acto, él en persona remueve la tina de salmuera, le refriega las nalgas, le arranca los pedazos flotantes y le mete el puño en las concavidades que aquéllos han dejado. Facundo vuelve a su casa, lee las cartas interceptadas, y encuentra en ellas encargos de los maridos a sus mujeres, libranzas de los comerciantes, recomendaciones de que no tengan cuidado por ellos, etc.

Palabra del Dia

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