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Actualizado: 12 de junio de 2025
Apenas se deja atrás la famosa puerta de Alcalá y se dan algunos pasos por la calle de árboles que nos lleva a lo interior del Retiro, empieza a refrescar el rostro un vientecillo ligero y húmedo, y con ínfulas de marino.
Temió asustar á sus padres y no saber explicar su vuelta intempestiva. Mejor sería aguardar á la mañana siguiente. Volvió á quitar el aparejo al caballo y salió á refrescar un poco su cabeza calenturienta. Caminó á la ventura huyendo de aproximarse á la casa de Moscoso. El sol acababa de ponerse y comenzaba el crepúsculo.
Este es otro incentivo que, unido á los antecedentes, prepara una poblacion que haga útil aquel puerto para nuestros buques que navegan á la mar del sur en sus arribadas: pues con la inmediacion del Rio Negro pueden refrescar y abastecerse de cuanto necesiten, prosperando de esta suerte las navegaciones, cerrando á los Ingleses esta puerta por la cual tienen fácil entrada en aquel rio, y por consiguiente en todo el reyno del Perú, cortándoles los progresos que hacen, y pueden adelantar con las luces que nos han dado estos descubrimientos en la importantísima pesca de la ballena; como todo ello con mayor extension le tengo expuesto á dicho Señor Vertiz en mi citado oficio de 13 de Octubre á que me remito.
Mientras que en nuestra Europa, con bastante agua para el desenvolvimiento de la vida, nos saludamos burguesamente preguntándonos por la salud y los negocios, los gallos del Africa oriental, se preguntan inclinándose. «¿Has hallado agua?» En el Indostán, al criado encargado de refrescar la morada rociando el piso, le llaman el «paradisiaco».
Aunque tuvo deseos de salir para esparcir su mal humor y refrescar la cabeza, no lo hizo retenido por una vaga esperanza, que no tardó mucho en cuajarse. Á eso de las doce apareció un hombre en la puerta preguntando por él, con una carta en la mano. Por su semblante fruncido pasó una imperceptible ráfaga de satisfacción. ¡Al fin!
Sin hacerlo punto discutible ni decir palabra á fraile alguno, había dispuesto el nuevo Prior que se sirviera en la mesa del refectorio el vino aguado, y en tal extremo como para refrescar el estómago en vez de acalorarlo. El despensero guardaba cuidadosamente las llaves de la bodega, y por nada del mundo hubiera faltado á la consigna.
Y Ulises agradeció sus lágrimas, sus lamentos convulsivos, sus ojos agrandados por una expresión de terror. La madre de Ferragut se preocupaba del porvenir de esta sobrina pobre. Su única salvación era el matrimonio, y la buena señora había fijado sus miras en cierto pariente que andaba más allá de los cuarenta, necesitando el aporte de esta juventud para refrescar su vida de solterón maduro.
Los objetos ofrecíanse indecisos y temblorosos, como si hubieran perdido sus contornos, y la luz se filtraba con trabajo por aquel cielo de algodón para sumirse luego en la tierra negra y húmeda. Respirábase en este ambiente espeso, que no hería apenas ruido alguno, cierta calma: pero una calma que oprimía en vez de refrescar el corazón. Volví los ojos hacia la ciudad.
Hago la negra dura cama y tomo el jarro y doy comigo en el río, donde en una huerta vi a mi amo en gran recuesta con dos rebozadas mujeres, al parecer de las que en aquel lugar no hacen falta, antes muchas tienen por estilo de irse a las mañanicas del verano a refrescar y almorzar sin llevar qué por aquellas frescas riberas, con confianza que no ha de faltar quién se lo dé, según las tienen puestas en esta costumbre aquellos hidalgos del lugar.
El dolor, con el cual llegamos a encariñarnos, del cual nos abrazamos perdida toda esperanza de volver a la dicha, deseosos de vivir para él, sólo para él, pasa y se va, huye y no vuelve, nos deja para que brisas de ventura, de una ventura fugaz y efímera también, venga a refrescar nuestra frente y a reanimar el desmayado corazón.
Palabra del Dia
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