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Recibió en su servicio diez mil Massegatas, á quien el vulgo llama Alanos, gente bárbara de costumbres, Cristianos en la mas que en las obras. Tenian su morada de la otra parte del Danubio, y reconocían por señores á los Scitas de Europa. Embiaron primero al Emperador su embajada ofreciendo servirle.

Esta lengua no se limitó á presentar dichos títulos, sino que también se difundió por el mundo, llevada en triunfo bajo el amparo del estandarte de Castilla, por el inmenso continente recién descubierto, por las remotas islas del mar del Sur, y aun por las naciones de Europa, que reconocían entonces, ya que no nuestro imperio, nuestra preeminencia.

Mirando al muelle cada vez más lejano, con sus personas súbitamente empequeñecidas, fijáronse en un hombre que agitaba el sombrero y abría los brazos haciendo locos movimientos de despedida. ¡Pero si está allí!... ¡Si es el belga, que nos dice adiós!... La noticia hizo correr al pasaje en masa a un lado del vapor. ; era él: todos lo reconocían.

Sus piernas la conocían bien y cada piedra podía dar testimonio de la presión de sus pies. Los de Demetria iban calzados ahora de un modo bien distinto, con zapato de baile. No importa, las piedrecitas los reconocían perfectamente y les daban la bienvenida.

De vez en cuando, mientras los chinos, más espantados que nunca, permanecían amontonados junto a las tiendas, llegaban hasta los depósitos de trépang, temerosos de que los indígenas los estuvieran saqueando, o reconocían la playa para asegurarse de que las anclas del junco seguían sólidamente agarradas a los fondos.

La utilidad que le reconocían, hubiera neutralizado toda repugnancia o toda sospecha a su respecto, que no fuera conformada por falta en la calidad o cantidad del tejido que les hacía. Transcurrieron los años sin producir ningún cambio en la impresión que causara en los vecinos, a no ser el paso de la novedad a la costumbre.

Tuvieron su club secreto los facciosos y los padres, y decidiéronse por dejar pasar a los viajeros: no dice la historia por qué; pero se susurra que hubo quien dijo que, si bien ellos no reconocían a Luis Felipe, ni le reconocerían jamás, podría ocurrir que quisiera Luis Felipe venir a reconocerlos a ellos, y por quitarse de encima la molestia de esta visita, dijeron que pasasen, mas no con sus pasaportes, que eran nulos evidentemente por las razones dichas.

Había viejos para quienes con sus cuarenta y cinco años ya era siempre Dominguito; pero de todos los que a diario pasaban cerca del castillo de Trembles y reconocían en el segundo piso, a mano derecha, aquel cuarto que fue su habitación de niño adolescente, ni uno solo sospechaba, por cierto, el mundo de ideas y de sentimientos que le separaba de ellos.

Como sucede a todos los que han conseguido elevarse, los defectos que universalmente se le reconocían, mejor dicho, la mala fama que tenía, no era obstáculo para que se le respetase, para que todos le hablasen con el sombrero en la mano y la sonrisa en los labios, aunque nunca hubiesen de necesitar de él. Los hombres muchas veces se humillan por el solo placer de humillarse.

Un día, al pasar el marqués por el mercado, dos mendigos ciegos le reconocían por la voz y le saludaban con frases pomposas esperando que los socorriese como de costumbre. «Toma, para los dos». Y pasaba adelante, sin dar nada, mientras los dos pordioseros se insultaban, creyendo cada uno que su camarada había recibido la limosna y le negaba la mitad, hasta que, cansados de injuriarse, enarbolaban sus palos.