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Actualizado: 21 de junio de 2025
En torno á la mesita del hall se movía un niño de nueve años, voluntarioso y algo desobediente, que buscaba la protección de Robledo por otro nombre «tío Manuel» cuando le reñían sus padres. En un piso del «Palace» dos nurses inglesas vigilaban los juegos de otros tres hijos de menos edad.
Llovían sobre la tela roja las monedas de cobre según el gusto que habían dado a los vecinos las proezas de los forasteros, y terminada la corrida emprendían la vuelta a la ciudad, sabiendo que en la posada se había agotado su crédito. Muchas veces reñían en el camino por la distribución de la calderilla guardada en un pañuelo anudado.
10 Y en casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo. 11 Y les dice: Cualquiera que repudiare a su mujer, y se casare con otra, comete adulterio contra ella; 12 y si la mujer repudiare a su marido y se casare con otro, comete adulterio. 13 Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reñían a los que los presentaban.
Cuando los condes de Trevia llegaron al país, los amores de Octavio y Carmen contaban cerca de dos años de existencia. En este tiempo los caprichos del uno y la resistencia de la otra habían ido cediendo paulatinamente. Ambos se habían llegado á acostumbrar y reñían con menos frecuencia y hubieran concluído por casarse sin la aparición inopinada en Vegalora de la condesa de Trevia.
45 Porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, mas para servir, y dar su vida en rescate por muchos. 47 Y oyendo que era Jesús el Nazareno, comenzó a dar voces y decir: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí. 48 Y muchos le reñían, que callase; mas él daba mayores voces: Hijo de David, ten misericordia de mí.
Allí, en Luzmela, todo era paz y amor pensaba la niña soñadora , así como aquí, en Rucanto, todo es odio y venganza. Y tembló la pobre. Prestó oído atento.... ¿Reñían?... ¿La llamaban?... No; estaba muda la casona; Carmen podía seguir soñando. Soñaba con la mirada desvaída y los labios entreabiertos..., estremecida de frío..., con las mejillas húmedas de llanto.
Reñían por cualquier cosa. Como era natural, el irlandés, encontrándose en su país, lo conocía mejor y tenía más simpatías que nosotros. Ugarte consideraba este hecho tan lógico como un insulto que nos dirigían a él y a mí. Les advertí que, si seguían riñendo, les abandonaba y me iba solo. Se calmaron un tanto y cesaron en su disputa. Al anochecer alcanzamos a unos enormes rebaños de ovejas.
Pero era el caso, que aunque muchos me solicitaban, y me escribían versos, y me daban música, y por mí con otros se enemistaban y reñían, haciendo de mi calle palenque nocturno, donde más de alguno dejó entre rabiosas y celosas ansias la vida, yo no me agradaba de nadie ni quería agradarme, y no había rendimiento que me incitase ni merecimiento que me rindiese; visto lo cual por don Francisco de Rivalta, y creyendo, acaso, por el cariñoso modo de mi trato con él, que a pesar de sus años y sus dolencias yo le amaba, y que si yo no se lo mostraba, a causa era de mi recato, propúsome un día, todo tembloroso, como aquel que teme encontrar la muerte en su propio atrevimiento, si quería con él casarme.
En la mirada que me dirigió al entrar comprendí que debía sorprenderme de la herida, y así lo hice. Me contó, con la mayor sangre fría, que la noche anterior, tratando de separar a dos hombres que reñían en una calle, le habían herido, o, por mejor decir, se había herido él mismo. Isabel recriminaba a su padre por tanto celo. ¡Cómo se iba a meter entre dos hombres que tenían la navaja abierta!
Consideraba cómo los reñían con suavidad, los castigaban con misericordia, los animaban con ejemplos, los incitaban con premios y los sobrellevaban con cordura, y, finalmente, cómo les pintaban la fealdad y horror de los vicios, y les dibujaban la hermosura de las virtudes, para que, aborrecidos ellos y amadas ellas, consiguiesen el fin para que fueron criados.
Palabra del Dia
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