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Actualizado: 30 de septiembre de 2025


Y que ella está enamorada, y celosa, y rabiando por que vos la pidáis la mano, no me lo digáis a , que en esto de amores soy yo maestra. Y si doña Guiomar no os quisiere, y para nada menos que para marido, que me lleven por esas calles hasta las cuatro estatuas de la Tablada con coroza y sambenito, y que allí me quemen viva.

Pues ese señor está malo, mu malo, y pasa las noches rabiando, y hasta que es de día no descansa. Ya ve Vd., ¡me bajo yo el arrapiezo que no alborote!... Si quiusté algún recao... No había contado con aquello. Hablar al padre del hombre que la engañó, no era humillación: conversar con Engracia, le parecía insufrible martirio.

Esa doña Jacinta, esposa de tu señor, quiere mucho a mi niña, y le compra ropa y le da el toque por llevársela consigo; como que está rabiando por tener chiquillos y el Señor no se los quiere dar. Mal hecho, ¿verdad? Pues los hijos deben ser para los ricos y no para los pobres, que no los pueden mantener». Fortunata se manifestó conforme con estas ideas.

No lo ; estoy rabiando por averiguarlo. Figúrese usted qué ocasión. Precisamente son los que ... Le diré á usted cómo he sabido que esos pájaros se reúnen algunas noches, no si todas las noches. Hace algunos días estaba Feliú en el cuarto del Rey. No había consejo; estaba el conde de T. contando chascarrillos. El Rey se reía mucho, y el ministro también para que no le acusaran de irreverente.

Estas y otras semejantes reflexiones atormentaban horriblemente a la muchacha y espoleaban su soberbia. Triste y ojerosa se levantó apenas fue de día. Dos o tres horas estuvo cavilando, rabiando y formando distintos proyectos. Varias veces pensó en ir a ver a don Paco, a quien había prohibido venir a verla hasta las diez y media de la noche, y a quien se había propuesto no ver antes.

Doña Juana aplica a D. Ambrosio, que al fin es su sangre, el criterio que con ella misma emplea, y da por seguro que Isabelita quiere ya de amor a D. Ambrosio y está rabiando por casarse con él. Así se lo ha dicho a D. Gregorio, e Isabelita, llena de miedo, no se atreve a contradecirla, ni menos a declarar que gusta de , que yo soy su novio y que he venido a este lagar por ella.

El que enseñaba por la noche el abesedario á los pinches y era novio de esa que llaman La Charanga. ¡Cómo está Gallarta, Señor Dios! Ya se conoce, pues: la iglesia siempre vasía. Lo de siempre murmuró el médico. El crimen pasional. A estos bárbaros no les basta con vivir rabiando y se matan por la mujer. Aresti andaba ya, calle abajo, cuando la vieja le llamó desde la puerta.

Cuando representan pésimamente una comedia, cuando cantan rabiando una ópera, cuando es la decoración mezquina, ¿por qué no levanta su voz? Con gente del teatro nunca se las haya usted. Cervantes lo dijo. Nunca les falta algún campeón que defenderá su pleito, campeón formidable.

Fue a tomar una naranja del árbol, y al tocarla se convirtió en oro; y así murió rabiando y maldiciendo aquello mismo por lo que ansiado había. Manuel, el espíritu fuerte de aquel círculo, meneó la cabeza. ¡Lo ve usted, tía María dijo José ; Manuel no lo quiere creer!

Soy un desengañado... ¿Sacrificarse por este pueblo? ¡Para lo que vale!... He pasado media vida rabiando de hambre y esperando la gorda.

Palabra del Dia

aprietes

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