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Actualizado: 23 de mayo de 2025


El quid estaba en colocar bien las siete chicas, pues mientras esta tremenda campaña matrimoñesca no fuera coronada por un éxito brillante, en la casa no podía haber grandes ahorros. Isabel Cordero era, veinte años ha, una mujer desmejorada, pálida, deforme de talle, como esas personas que parece se están desbaratando y que no tienen las partes del cuerpo en su verdadero sitio.

Mire usted, señor pedantón, si sigue usted rompiéndome el tímpano con esas palabrotas, le cito yo a usted cincuenta mil versos y sentencias en latín y le dejo bizco; y si no oiga usted: Ordine confectu, quisque libellus habet: quis, quid, coram quo, quo jure petatur et a quo. Cultus disparitas, vis, ordo, ligamen, honestas... Ripamilán se retorcía de risa.

Responde la equivocación del narrador al quid pro quo del personaje, porque Moreno, en las perturbaciones superficiales que por aquel entonces tenía su espíritu, solía confundir las impresiones positivas con los recuerdos.

Esto no tiene vuelta de hoja, Martínez... Los ingleses devoran, los alemanes zampan, los italianos comen, los españoles se alimentan; pero sólo los franceses gozan, y ahí está el quid, Martínez: en gozar, en gozar comiendo. ¿Me entiende usted?

Mas aunque esto sea así, creo que se han excedido los Astrólogos, extendiendo demasiado la fuerza de los Astros, y sacando de ella predicciones muchas veces arbitrarias. Entiendo que en esto es menester observar el Ne quid nimis de TERENCIO.

Mucho discurrió Bonifacio, pero no logró dar en el quid de que su mujer, dándose por medio difunta, tuviera aquellas reconditeces nada despreciables, aunque pálidas y de una suavidad que, al acercar la piel a la condición del raso, la separaba de ciertas cualidades de la materia viva.

Et ne quid fiat quod ordini ecclesiastico sit indecens, prohibet sancta synodus quoscumque in sacris constitutos aut beneficium ecclesiasticum habentes, ne in quocumque loco et tempore larvis personati incedant aut cujusque in quibuscumque spectaculis ac ludis personan agant, etc.

Ya lo harás mejor otro día. Eres un gran hombre; pero no has tocado en el quid. Con una lección mía estarás al corriente. Otro va á hablar: atiende ahora. No: yo me voy á casa de mi tío. No puedo estar aquí más tiempo. Me ahogo. Espera á ver lo que éste va á decir. Un segundo orador subió á la tribuna á disipar el fastidio que la peroración de Lázaro había causado.

Todo lo tenías, posición brillante, nombre respetado, influencia, crédito, y todo lo has perdido, por querer abarcar demasiado, por glotón, por insaciable... Si yo debí retirarme en abril de los negocios: en saber retirarse a tiempo del juego, está el quid de la suerte; pero, todos creíamos que esto iba a durar, que la mina era inagotable... El doctor, empujándome siempre.

Prefiero eso, dijo Isagani; el señor Pasta es filipino, y fué condiscípulo de mi tío. Pero ¿cómo interesarle? Allí está el quid, repuso Makaraig mirando atentamente á Isagani; el señor Pasta tiene una bailarina, digo... una bordadora... Isagani volvió á sacudir la cabeza. No sea usted tan puritano, díjole Juanito Pelaez; ¡el fin salva los medios!

Palabra del Dia

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