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Actualizado: 7 de noviembre de 2025


El buen viejo empeñó en seguida sus escasos bienes, sin pensar que de esta manera quedaban reducidos á la mayor miseria él y toda su familia, y remitió al punto á Argel una suma no despreciable.

En este mundo no había que buscar la felicidad, la tierra no era el centro de las almas decididamente. Por todo lo cual lo más acertado era morirse; y así, el redactor, que había comenzado lamentando lo solos que se quedaban los muertos, concluía por envidiar su buena suerte.

De esta suerte sabia desempeñar el Rei Católico su palabra: de este modo miraba por el honor del Evangelio. ¿Qué no podrian decirle los moros en punto á guardar las capitulaciones, i la fe de los juramentos? Los que conquistaron á España, dejaban vivir en su lei i con sus templos á los cristianos que se quedaban á morar entre ellos, de donde vino el llamarles mozárabes.

En una isla donde había quinientos mil, «vio con sus ojos»los indios que quedaban: once. Eran aquellos conquistadores soldados bárbaros, que no sabían los mandamientos de la ley, ¡y tomaban a los indios de esclavos, para enseñarles la doctrina cristiana, a latigazos y a mordidas!

Lo hombre han de zer hombre siempre. ¡Que lo diga y le daré una piztola para que nos peguemo un tiro! ¡Y zi viene el papá, ze lo pego al papá, canazto! ¡Y zi viene el hermano, ze lo pego al hermanito! ¡Y zi viene el abuelito, al abuelito! ¿EztamoLos chicos quedaban petrificados de terror.

No olvidó por esto D. Evaristo a sus parientes, que eran dos sobrinas, residentes la una en Astorga, la otra en Ponferrada. Ambas quedaban muy bien atendidas en el testamento; y en cuanto a los socorros que anualmente les enviaba, no perdió aquel año la memoria de esta obligación, a pesar de los muchos quebraderos de cabeza que tuvo.

Y el resultado de sus reflexiones fue anunciar que sólo le quedaban al mundo ciento cincuenta años de vida, pues había de perecer seguramente en 1656. Se nota en él dijo Ojeda algo de la exaltación feroz a los antiguos hebreos, que siempre que constituían nacionalidad, perseguían y degollaban por querellas religiosas.

Se lloraba al padre, al esposo, al hijo, que se iban, quizá para siempre; pero que, al irse, se llevaban el pan de los que se quedaban....

El palacio de los condes de Onís merece especial mención en esta historia. Era un edificio antiquísimo, el más antiguo de la ciudad en unión de algunos restos de la primitiva basílica que aún quedaban en pie. No se había salvado otra cosa del horroroso incendio que en el siglo XIV había destruido la población. Su aspecto más era de fortaleza que de mansión.

Muchas mujeres que yo conozco han sido tus amantes, y yo me dije: «¿Por qué no yo tambiénLuego pensé en los hombres que han pasado por un vida, y añadí: «¿Por qué no él?...» Ahora eran los codos de Alicia los que se apoyaban en sus rodillas, y como el príncipe estaba sentado sobre dos almohadones nada más, casi quedaban al mismo nivel sus ojos y sus bocas.

Palabra del Dia

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