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Actualizado: 22 de junio de 2025


Púsose Butrón al oír a Pulido muy enfadado, levantando los brazos como si quisiese coger las bambalinas. ¿Que trae cara de presidenta?... ¡Pues se quedará con la cara, Pulido!... ¡No faltaba más!

Pasó bien media hora antes de que el embozado saliese, y cuando Cervantes le hubo visto, metiose por una callejuela inmediata, volviose al figón, y púsose delante de la tía Zarandaja, que se turbó, y por encubrir su turbación le dijo: Bien se os conoce que sois honrado, y que tenéis conciencia, y que no habéis querido dejar de pagarme la buena taza de caldo con vino trasañejo de Montilla, que se tomó aquella desventurada doncella con quien primero vinisteis.

Otro milagro El siguiente milagro pone en evidencia los manejos del demonio y demuestra al propio tiempo que las almas no se pueden condenar tan fácilmente cuando el mortal acude a la protección de un patrón poderoso. Púsose el Santo en oración e hizo venir al diablo visiblemente, y le mandó que le entregara la cédula al hombre, siendo testigos de este milagro muchos millares de personas."

Tomó sus buchadas de elixir, desaparecióle por completo el dolor de muelas y púsose a limpiar la dentadura, frotándola con un cepillo de mango atornillado de plata, que producía al chocar contra el cristal o el mármol del lavabo sonidos metálicos.

El acabar estas razones y el abrir de la puerta fue todo uno. Púsose en pie sobre la cama, envuelto de arriba abajo en una colcha de raso amarillo, una galocha en la cabeza, y el rostro y los bigotes vendados: el rostro, por los aruños; los bigotes, porque no se le desmayasen y cayesen; en el cual traje parecía la más extraordinaria fantasma que se pudiera pensar.

Cesó la música, sentóse Sancho a la cabecera de la mesa, porque no había más de aquel asiento, y no otro servicio en toda ella. Púsose a su lado en pie un personaje, que después mostró ser médico, con una varilla de ballena en la mano.

Y abrió palmo y medio de boca y púsose muy azorado, porque desde aquella noche fatal en que descubrió Jacobo en el Grand Hôtel el secreto de su peluca y de sus dientes mirábale y temíale con ese temeroso recelo que inspira siempre la persona que puede perder nuestra reputación o nuestra fortuna con sólo dar suelta un poquito a la lengua.

¡Ay! Migajas se quedó deslumhrado, atónito, suspenso, sin habla. Púsose de rodillas y adoró á la señora como á una divinidad. Entonces ella tomó la mano al granuja, y con voz entera, más dulce que el canto de los ruiseñores, le dijo: Pacorrito, sígueme, ven conmigo. Quiero demostrarte mi agradecimiento y el sublime amor que has sabido inspirarme.

Púsose a ello, ayudando al oficial de la prensa y máquina, y bien pronto conoció Bou que Mariano había escogido bien. Aprendió a manejar con habilidad el ácido y la grasa, y también sabía marcar con precisión. La máquina gustaba tanto a Pecado, que siempre que podía no se quitaba de alrededor de ella, atento a sus ordenados movimientos.

Poco después, arrodillada al borde del baño, púsose a disolver sobre el cuerpo de su señora una substancia rosada y corrediza, que desprendía almizclado perfume. La joven se estremeció de pronto, como un pez sorprendido, entreabriendo luego los labios, cual si aspirara en el ambiente un ansia diseminada; y sus ojos volvieron a mirar hacia la misma parte del muro.

Palabra del Dia

consolándole

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