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Actualizado: 19 de mayo de 2025
PROSERPINA. No tenéis más que armaros también. MARCIO. Tienen músculos fuertes, mientras que nosotros... PROSERPINA. No tenéis más que fortaleceros también. ¡No, Marcio, eres terriblemente tonto! Pueden arrebatarme brutalmente a mi mujer, pueden demoler mi casa, robar todos mis bienes; ¡yo no dejaré de conducirme conforme a la ley!
Las mujeres no podemos amar sino a los hombres fuertes, audaces. ¿Crees que nos da gusto ser raptadas, robadas, reclamadas, perdidas, encontradas y vivir siempre así? UNA VOZ. ¡Proserpinita querida! PROSERPINA. ¿Cómo te va, amigo mío? Apenas me habitúo a un hombre, llega otro y me roba; apenas me aficiono al nuevo marido, se presenta el primero y se empeña en que me vaya con él. ¡No, Marcio!
Me aconsejáis que cometa un acto de violencia, a mí, que tengo un concepto tan elevado del derecho. Ya veo que, a vuestro entender, el derecho está por debajo de la fuerza. ¡Oh, las mujeres! PROSERPINA. Decididamente, Marcio, los dioses te crearon en un mal momento: eres demasiado tonto.
Alain, haga ensillar un caballo para el señor... Dí tú cuál, Margarita. Dele á Proserpina murmuró el señor de Bevallan, riendo en mis barbas. ¡No, á Proserpina no! exclamó vivamente la señorita Margarita. ¿Por qué no Proserpina, señorita? le dije yo entonces. Porque lo arrojaría á tierra me respondió rotundamente la joven. ¡Oh! ¿cómo es eso?
El riachuelo Acis que festejaban Galatea y las ninfas del bosque y que el gigante Polifemo medio enterró entre las rocas, nos habla de una erupción del Etna, el gigante terrible, con la mirada de fuego, encendida sobre la como el ojo fijo del Ciclope; Cifanelo ó el Azulado que se coronaba de flores cuando el negro Platón vino á llevarse á Proserpina para abismarse con ella en las cavernas del infierno, nos hace aparecer los dioses jóvenes en la época de sus amores con la tierra virgen todavía; la encantadora Aretusa que la leyenda nos dice haber venido de Grecia nadando á través de las olas del mar Jónico, siguiendo la estela de las embarcaciones dóricas, nos cuenta la emigración de los colonos griegos en su marcha gradual de progreso hacia Occidente.
Haceos cargo de que vuestra Proserpina es cosa secundaria cuando se trata del triunfo del derecho. Mientras, los demás nos disponemos a la gran batalla en pro del derecho y la justicia batalla en que acaso perdamos la vida , vos sólo pensáis en vuestra Proserpina.
Me dan vergüenza las palabras que acaban de ser pronunciadas. Cuadrarían en boca de un bandido romano que roba las mujeres ajenas. Proserpinita... MARCIO. ¿Queréis no fastidiarnos más con vuestra Proserpina? Se trata aquí de una cuestión de principios... Veo, señores, que la espantosa pérdida ha eclipsado vuestra memoria, y voy a refrescar vuestros recuerdos.
Sin notar, al parecer, la mirada de reproche que la señorita Margarita dirigió al obsequioso gentil hombre, acepté sus espuelas. Cinco minutos después, un ruido de pisadas desordenadas anunciaba la aproximación de Proserpina que traían trabajosamente al pie de la escalera del jardín reservado, y que era, entre paréntesis, una yegua muy bella mestiza, negra como el azabache.
Difícil para montar me dijo un criado de caballeriza, guiñando el ojo. Lo veo, muchacho, pero voy á sorprenderla, mira. En el mismo instante me senté en la silla sin tocar el estribo, y en tanto que Proserpina reflexionaba en lo que sucedía, me afirmé sólidamente.
Palabra del Dia
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