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Actualizado: 26 de junio de 2025
Siento cierto remordimiento, pues me parece que los del Jockey jugamos con ventaja sobre los de la tribuna popular, porque ellos no han visto, como nosotros, al propietario, y les falta, por lo tanto, este «dato» seguro del jaquet y la galera, infalibles detalles de ganador que nos ofrece nuestro distinguido y simpático consocio.
Se hallaban allí también sentados D. César de las Matas de Arbín, su primo, vecino y propietario de Villoria, quien jamás en su larga vida había dejado un año de oir la misa del Carmen en Entralgo, el tío Goro de Canzana, Martinán el tabernero, Regalado el mayordomo y algunos otros vecinos de la misma gravedad aunque no tan señalados.
No es eso; pero dice que el hombre es libre, y nosotros no lo creemos: escribimos contra él libracos que no lee; y apénas si nos ha oido mentar, puesto que nos acaba de condenar, como un propietario que manda extirpar las orugas de su huerto.
Corre la voz, y, en vista de estos signos infalibles, la cotización sube como la espuma. «Es una fija». Yo me fijo también en el distinguido propietario, y ante su aire de ganador, me animo con unos boletitos que le hago sacar a mi marido.
Había que pagar a la modista; la idea de que ésta podía decir la verdad a sus parroquianas, todas señoras distinguidas, horrorizaba a la viuda, a pesar de que no tenía la menor amistad con ellas. Y a fuerza de cabildeos, acabó por encontrar la solución. La tenía al alcance de su mano. Juanito, propietario y mayor de edad, era la firma con garantías que ella necesitaba.
Hasta hizo poner anuncios en los periódicos. La pobre mujer se hubiera muerto de alegría al encontrar en ellos su nombre; pero esto no era ya posible. Por último, el propietario de una casita, en la que ella había vivido, proporcionó al Conde los datos que había solicitado. La señora Bonnivet había muerto hacía ya dos meses. ¿Y qué fue de su sobrina?
Un jefe ostentando en una manga el brazal distintivo de la Administración militar daba órdenes como si fuese el propietario. Ni se dignó fijar sus ojos en este civil que marchaba al lado de un teniente con encogimiento de prisionero. Los establos estaban vacíos. Desnoyers vió sus últimas vacas que salían conducidas á palos por los pastores con casco.
Como el establecimiento de una pequeña fábrica no exige un tren costoso, es muy accesible á los hombres de la clase media y aún á los obreros la adquisición de uno ó mas telares, un taller ú obrador, y por lo mismo se hace mas fácil que en las ciudades manufactureras el paso de la condición de obrero á la de maestro, empresario ó propietario.
Las islas Jónicas son el faubourg Saint-Germain de Oriente; allí encontraréis las grandes virtudes y las pequeñas extravagancias de la nobleza, orgullo, dignidad, pobreza decente y laboriosa, y una cierta elegancia en la vida más humilde. Al propietario de la villa, el señor conde Dandolo, no le hubieran podido reprochar nada sus antepasados los dux.
Con ser tipos perfectos de la miseria disimulada, las niñas de D. José se habrían horrorizado de que se les propusiera casarse con un hábil mecánico, con un rico tendero o con un propietario de aldea. Doña Laura misma, hecha ya al vivir miserable, barnizado y compuesto para que no lo pareciese, no pensaba en alianzas denigrantes.
Palabra del Dia
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