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Actualizado: 7 de junio de 2025
Por lo pronto.... ¡Después, ya veremos!.... Estoy cierto de que te colocará; se lo pediré, y no ha de negármelo. Le recordaré que fué amigo de tu padre. Andrés había hablado ya con el abogado, pero nada obtuvo: promesas, ofrecimientos.... Sólo Castro Pérez podía darme trabajo. El doctor Sarmiento se interesó en favor mío, y prometió a mis tías arreglar el asunto.
No puedo tolerar que una hija mía vaya como esas cómicas que aparecen en las vistas del biógrafo. Celinda recibió la reprimenda bajando los ojos con graciosa hipocresía. Prometió obedecer á su padre, conteniendo al mismo tiempo su deseo de reir.
El Padre, después del salto, con tanta dulzura y cortesía como firmeza, reprendió por sus locuras a doña Luz; dijo que podría ser motivo de escándalo el verle correr y saltar de aquel modo; prometió no volver a salir nunca más a caballo, y cumplió la promesa. Esta misma firmeza de voluntad encantó a doña Luz, aunque iba contra sus gustos y caprichos.
Cuando su hija le prometió con solemne promesa entrar en el claustro, y cuando después supo, de boca del P. Jacinto, y más tarde de los labios del mismo D. Fadrique, el rescate de Clara, si bien le rechazó y le juzgó inútil ya, se tranquilizó, creyendo su propósito cumplido en cualquier evento, y considerándose desligada del mundo; sin nada que hacer en él sino atormentarse, y sin razón alguna para desear, estimar y conservar la vida.
Para arreglarse un poco y lavar los ojos no quiso llevarla al tocador del baile: subióla al de la duquesa. Al cabo de unos minutos bajaron ambas. Irenita prometió no dar a conocer su pena. En cuanto Clementina enteró a Pepa de lo que había pasado, se sulfuró de tal modo que tuvo necesidad de contenerla para que no fuese a arañar a su yerno.
Y como nosotros no sabíamos la habilidad que tenía de los dedos a la muñeca, creímoslo; y el soldado juró de no jugar más, y yo de la misma suerte. El se reía a todo esto. Tornó a sacar el rosario para rezar; y yo, que no tenía ya blanca, pedíle que me diese de cenar y que pagase hasta Segovia la posada de los dos, que íbamos en púribus. Prometió hacerlo.
Demasiado inteligente para no darse cuenta de lo que así ganaba, agradeció á su pupilo haberle proporcionado la ocasión de emprender una vida arreglada y se prometió pagarle en felicidad la tranquilidad que por su causa gozaba. Y tomó en serio su papel de padre.
Cierto es que el Provisor le prometió para muy pronto la plaza de Teresina, con todas las ventajas que su amiga disfrutaba e iba a disfrutar; pero de todas suertes a ella se la había engañado; o mejor, se había engañado ella; pero esto no quería reconocerlo la orgullosa rubia.
Y asi, llevados de su naturaleza, querrian en una comedia no solo ver el nacimiento prodigioso de un Principe, pero las hazañas que prometió tan estraño principio, hasta ver el fin de sus dias; si gozó de la gloria que sus heroycos hechos le prometieron.
«¿Pero y los gatillos, que es lo que hace más falta? dijo la dama amoscándose . Hombre de Dios, usted se va a condenar por tantos embustes como dice. ¿No me prometió que estarían por ayer? ¿Qué palabras son esas? Vaya, que ni Job tendría paciencia para aguantarle a usted. Están parados los carpinteros de armar, por causa de esa santa pachorra. No me extraña que esté usted tan gordo, Sr.
Palabra del Dia
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