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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Al cabo, Villar se arrojó a levantarlo para herir en la cabeza a su adversario... Pero ¡ca! don Rosendo dió un salto tan prodigioso hacia atrás, que los testigos se miraron unos a otros llenos de asombro. Villar, pasmado también, esperó a que su contrario se acercase de nuevo. Volvieron al lúgubre tic tac.
Más bien parecía un taumaturgo de alma atormentada, un mágico prodigioso; pero en él se confundían la poesía del uno y la música del otro. Era el arcángel rebelde, hermoso como el fuego, que viniendo de abajo reconquistaba su divinidad. Sí; también es mi dios dijo tras breve pausa.
El número y variedad de estas obras suyas es tan prodigioso, que de las existentes se puede formar una galería casi completa de todos los cuadros más importantes de la historia de España.
Don Quijote dice que la murmuración en voz baja tiene un alcance mucho más prodigioso que la bocina de Rolando, que se oía desde Roncesvalles hasta Zaragoza. Don Quijote rechaza la murmuración, sin duda por ser el único Caballero perfecto que ha existido en la tierra y no merecer su conducta el menor reproche.
Fernanda sonreía clavándole una mirada, cariñosa; el mismo D. Pedro dulcificaba sus ojos, altivos, feroces y dejaba escapar de su garganta un amago de carcajada. ¡Qué esfuerzo prodigioso le costaba al conde aparecer sereno en estos, momentos! Le parecía que tenía un abismo abierto a sus pies.
Según parece, tus asuntos marchan. Ya sabes lo que te he dicho: si el Mágico prodigioso necesita más capital para la implantación de sus inventos, no tiene más que decírnoslo... MÁXIMO. Gracias, tía. Tengo a mi disposición cuanto dinero pueda necesitar... DON URBANO. Dentro de pocos años el Mágico será más rico que nosotros. MÁXIMO. Bien podría suceder.
Decíale doña Lupe que inventase algún específico, alguna papa cualquiera o antigualla que con nombre peregrino y nuevo pasase por prodigioso hallazgo; pero él se resistía porque lo consideraba impropio de la ciencia.
Así observamos en su Esclavo del demonio el germen de algunas escenas de La devoción de la cruz, de Calderón, y del Mágico prodigioso, y en su Galán, valiente y discreto, el del Examen de maridos, de Alarcón, y de la misma manera se hallan en otras comedias suyas los materiales, utilizados después por otros dramáticos.
De niña la conocimos recibiendo las caricias de Guzmán; y también sabe el lector, bajo la fe de nuestra palabra, que tres años después todo había crecido en ella con prodigioso equilibrio: lo físico y lo moral, las perfecciones del cuerpo y las del alma. Pues a los diez y ocho era eso mismo, en las debidas proporciones.
Del drama de este último es también la escena de El mágico prodigioso, en que Cipriano cree abrazar á su amada, averiguando luego que ha estrechado entre sus brazos un esqueleto, y en El hermitaño galán, de Mescua, se observa el modelo de la larga narración del demonio del acto segundo de esta tragedia de Calderón.
Palabra del Dia
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