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Actualizado: 15 de junio de 2025
Toda la tarde y gran parte de la noche permaneció en la casita de la viña el grupo de amigos de Salvatierra. El dueño, rumboso y entusiasmado por la vuelta del grande hombre, sabía obsequiar a la reunión. Las cañas de color de oro circulaban a docenas sobre la mesa cubierta de platos de aceitunas, lonchas de jamón y otros comestibles que servían de pretexto para desear el vino. Todos lo saboreaban entre palabra y palabra, con la prodigalidad en el beber propia de la tierra. Al cerrar la noche muchos se mostraban perturbados: únicamente Salvatierra estaba sereno.
Uno y otro, marchita dama y galán manido, poseían, en medio de su radical penuria, una riqueza inagotable, eficacísima, casi acuñable, extraída de la mina de su propio espíritu; y aunque usaban de los productos de este venero con prodigalidad, mientras más gastaban, más superabundancia tenían sus caudales.
Como el gaucho iba mejor provisto de armas, siguió disparando tiros durante su fuga, con gran prodigalidad. Sintió el estanciero una nueva indignación al darse cuenta de lo que intentaba Manos Duras contra él. ¡Grandísimo bandido! ¡Ahora tira á matarme mi flete! Y el centauro criollo, diciéndose esto, mostró tanta cólera como al ver en peligro á su hija.
En cuanto al arte incomparable de que el poeta hace gala en la dramatización de esta leyenda, sólo hay una voz unánime. Su drama es de lo más perfecto de este género que se ha escrito hasta hoy. El purgatorio de San Patricio . Pertenece á las obras de la edad juvenil de Calderón, y, así en la prodigalidad de sus galas como en su estilo ostentoso, lleva las trazas de su precoz nacimiento.
La señora era hermana del marqués de Revollar, que tanto había figurado en Madrid hacía pocos años por su increíble disipación y prodigalidad, y que ahora, totalmente arruinado y perseguido de cerca por sus acreedores, había corrido a refugiarse en las huestes del Pretendiente, a quien servía como ministro y consejero.
Todo el tributo que un personage rico de medios y sin mision innovadora puede ofrecer al genio de su siglo, se reduce á derramar sus tesoros sobre las obras de los artistas. Así literalmente lo ejecutan Abde-r-rahman II y Mohammad, á cuya oriental prodigalidad debe la gran mezquita el oro que aun hoy ostenta en muchos de sus capiteles.
Para decir verdad, al ver al conde pesado y grosero, noble campesino, más campesino que noble, y a su mujer elegante, distinguida y altanera, no se adivinaba de qué lado estaba la alianza desventajosa ni cuál de los dos se había «encanallado». El señor de Candore no había heredado más que el blasón de sus abuelos y su prodigalidad.
Todavía no atinaba Zadig si iba con el mas loco ó con el mas cuerdo de los hombres; pero tanto era el dominio que se habia grangeado en su ánimo el ermitaño, que obligado tambien por su juramento no pudo ménos de seguirle. Aquella tarde llegáron á una casa aseada, pero sencilla, y donde nada respiraba prodigalidad ni parsimonia.
Mostrando por esta prodigalidad cierta extrañeza un boticario de la población con quien alguna vez se dignaba hablar, le respondió con fría arrogancia: Pago una botella, porque me parece indecoroso que D. Pedro Quiñones de León pida una copa como cualquier c...tintas de las oficinas del gobierno político.
Es más: habían corrido á él, haciendo espontáneamente la mitad del camino, acosándole sin orden, obligándolo, por un pundonor varonil, á sobrepasarse en sus fuerzas con una prodigalidad que hacía doloroso el placer... ¡Y todas eran iguales! El comprendía el espejismo de la ilusión en los que admiran desde lejos lo que no pueden conseguir.
Palabra del Dia
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