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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Me estáis haciendo perder la paciencia. Estoy turbado, señora... no sé lo que me sucede... no sé lo que pasa á mi alrededor. Pues bien, procurad tranquilizaros, y vamos en derechura al asunto. Prometedme, señora, que alma viviente no sabrá lo que voy á deciros. Estad seguro de ello.
Porque no sé aún si será pública ó privada, mesón de transeuntes ó tránsito de infierno. Quedad con Dios, y sobre todo, prudencia, Juan, prudencia, y no os envanezcáis con los favores de la fortuna. No sé lo que será de mí dijo el joven, que estaba aturdido é impaciente. Pues procurad saber lo que hacéis, y adiós, que no quiero deteneros. Adiós, don Francisco, hasta mañana.
Además, no sabe aún lo de don Rodrigo. Procurad que cuando lo sepa le importe poco. No comprendo lo que me queréis decir con lo de don Rodrigo... La Dorotea cobra del duque de Lerma, y da á don Rodrigo Calderón. ¡Ah! Os aseguro que si en el almuerzo ganáis terreno, cuando le llegue la noticia, que no deberá tardar, la importará poco lo sucedido... Pero... un triunfo tan rápido...
Al rey... eso es... es lo mismo... ¿cuándo debe ir el duque de Lerma á hacer el papel del rey en casa de esa mujer? Tengo que avisarla. Id á llevar esta carta al duque. Montiño se levantó de nuevo. Si el duque os envía á casa de doña Ana, avisadme. Avisaré á vuestra señoría de todo. Y como vivís en palacio, procurad no perder nada en cuanto os fuese posible de cuanto haga ese don Juan.
Procurad también que, leyendo vuestra historia, el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla.
Procurad saber quién es ese hombre de que la reina se ha valido; averiguado que sea, hacedle prender, y esto al momento. Después, id á avisarme al alcázar. Don Rodrigo conoció que la orden era perentoria, y fué á salir. No, por ahí no; tomad mi linterna; vais á salir por el postigo; de paso mirad si hay algún muerto en la calle, ó al menos señales de sangre. ¡Ah!
Espantóse la mujer y fuese cabizbaja y mal contenta, y el gobernador dijo al hombre: -Buen hombre, andad con Dios a vuestro lugar con vuestro dinero, y de aquí adelante, si no le queréis perder, procurad que no os venga en voluntad de yogar con nadie.
Procurad que vuestro hijo, si vive, no sea huérfano. ¡Dios mío! Hombres como don Juan, que son caballeros desde el seno de su madre, están siempre expuestos á morir sin gloria y sin combate, asesinados entre el cieno de esta infame corte. Creedme, y no vaciléis más. Partiremos dijo doña Clara.
39 Así que, hermanos, procurad profetizar; y no impidáis el hablar lenguas. 40 Pero hágase todo decentemente y con orden. 1 Además os declaro, hermanos, el Evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también estan firmes; 2 por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, estáis siendo salvos, si no creisteis en vano.
9 Pero el que no tiene estas cosas, es ciego, y anda tentando el camino con la mano, habiendo olvidado de la purgación de sus antiguos pecados. 10 Por lo cual, hermanos, procurad tanto más de hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
Palabra del Dia
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