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Actualizado: 5 de junio de 2025
Aquella procesión no era una procesión de santas imágenes, ni de reyes ni de príncipes, cosa en verdad muy vista en España para que así llamara la atención: era el sencillo desfile de un centenar de hombres vestidos de negro, jóvenes unos, otros viejos, algunos sacerdotes, seglares los más.
Los transeúntes deteníanse extrañados y quedábanse muchos contemplando aquella larga procesión de damas, rara en Madrid, a la clara luz de las tres de la tarde.
La procesión debía dirigirse á la casa consistorial, donde un solemne banquete iba á completar las ceremonias del día.
Entra en Córdoba triunfante S. Fernando, no coronado de laurel ni en carro tirado de tigres, leones y panteras, como acostumbraban los orgullosos emperadores romanos, sino en humilde y devota procesion, acompañado de los obispos D. Juan, de Osma; D. Gonzalo, de Cuenca; D. Fr.
«Escriptura que otorgo este Real Convento y D. Andrés de Bandorne que contiene las condiciones y obligaciones que se hizieron para la prozesion de el Corpus Christi que este convento Real en cada vn año zelebra.» Hubo, pues, en Sevilla, además de la procesión solemne que celebraban ambos Cabildos en honra del Ssmo.
¿Cuándo? preguntó Salomé tomando aliento, porque ya el aliento le faltaba. El domingo por la tarde. ¿A qué hora? A eso de las cinco. ¡Cuando estábamos en la procesión! ¡Qué escándalo! Esa niña desvergonzada ... esa muchachuela.... Bien me lo sospechaba yo dijo Paz, con las manos puestas en la cabeza y paseándose por la sala como una loca.
De vez en cuando, mi mirada, abandonada al declive como todos esos objetos flotantes, se remontaba más allá para dejarse arrastrar por una nueva procesión de trozos de caña y otros fragmentos rodeados de espuma.
La procesión no tenía armas. La supuesta debilidad del Gobierno se había trocado en inquebrantable firmeza. Algunos empezaron á desertar, desfilando por la calle de Milaneses y la plazuela de San Miguel. El retrato descansaba en tierra y se movía adelante y atrás, poco seguro en manos de sus portadores.
Por la falda de la colina opuesta, donde está asentada Canzana, bajaba ya la procesión de los ramos llevando á su frente al valeroso Celso. Sonaban lejos las notas agudas de la gaita y el sordo redoble del tambor. Poco después se escucha el ruido de los panderos y el cántico de las mozas.
También sucede lo mismo con La niña de Plata, comedia casi tan bella como la anterior por el interés que despierta. Dorotea, joven dama tan célebre por sus encantos como por su talento, ve desde un balcón una procesión solemne, á la cual asiste en Sevilla el rey D. Pedro con sus hermanos, y atrae especialmente las miradas de Enrique de Trastamara.
Palabra del Dia
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