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Actualizado: 10 de junio de 2025


Sus negocios eran múltiples y complicadísimos: prestaba y tomaba prestado a tipos usurarios, según las circunstancias; su influencia en la Bolsa era tremenda y misteriosa a la vez; la mitad creía que estaba a la baja, la otra mitad aseguraba que jugaba a la alza; don Eleazar vivía en el escritorio y recibía allí a las gentes de todas clases, siempre con su aparente humildad, instalando ante todo su probidad, su desinterés y su honor comercial ante el interlocutor que, por más prevenido que estuviese contra él, terminaba por escucharlo y someterse.

La leche les repugnaba, ahítos de su abundancia. Los pastores viejos sentían sublevarse su probidad cuando algún zagal ayudaba a la muerte de una bestia con el deseo de comer carne. ¿Dónde encontrar gente más buena y resignada?... Al oír Zarandilla estas reflexiones de Rafael, las apoyaba con entusiasmo.

Miraba a los socios que leían como a gente de sospechosa probidad; les guardaba escasas consideraciones. No siempre que se le llamaba acudía, y solía negarse a mudar las plumas oxidadas. Alrededor de la mesa cabían doce personas. Pocas veces había tantos lectores, a no ser a la hora del correo. La mayor parte de los socios amantes del saber no leían más que noticias.

Ya no osaría decir: «¿Cómo va, mi capitán?» a aquellos señores que, recordando su pasado de probidad y obediencia, le estrechaban la mano como si fuese un igual, preguntándole por la familia. ¿Cómo iba a contestarles que un hijo suyo, el único, estaba en la cárcel por ladrón?... Aquel miserable le hacía abandonar el mundo de los buenos, le arrebataba para siempre el orgullo de una virtud que era su único lujo. ¡A los catorce años en la cárcel, y llevaba su apellido, que tantas veces había alcanzado elogios por servicios a la sociedad!...

Confieso que su belleza, su ingenio y sus talentos le dan un perfecto derecho á esperar de los que viven cerca de usted algo más que una fraternal amistad; pero mi situación en el mundo, los deberes de familia que me están impuestos, no me permitían ultrapasar esta medida para con usted sin faltar completamente á la probidad.

Tan vigorosa adquisividad unida á una probidad de autómata y á una laboriosidad más propia de máquinas que de seres humanos daría por sola la clave de la estupenda suerte de Becerro, si no supiésemos que toda planta muere si no encuentra atmósfera propicia. Las circunstancias ayudaron á Becerro, y él ayudó á las circunstancias. No tuvo sueños ni ilusiones; en cambio tenía una esperanza.

Es una raza fuerte, fecunda y emprendedora, como todas las que provienen de felices cruzamientos. Su personalidad es tan enérgica; como sólida y severa su probidad. Su valor tan indomable como su espíritu de independencia. La idea del trabajo es allí una religion. Es un pueblo que medita todo lo que hace, calculador por excelencia y poco fanfarron.

Ya era tiempo de decir su nombre. Tenía treinta y dos años, y servía en el ejército con el grado de comandante. Su padre fué uno de los venerables legisladores de Cádiz. Hombre de talento, de notoria probidad, de elevada cuna y agradable presencia, había sido siempre muy amado de sus compatriotas. A la vuelta del Rey fué perseguido como todos, y tuvo que emigrar.

Don Acisclo dio por evidente que tal carta sería una nueva tontería del Marqués. Sin embargo, según queda dicho ya varias veces, don Acisclo era un varón recto y temeroso de Dios; jamás faltaba a la probidad ni a la justicia, tratando de conciliarlas con su medro; y cumplía fielmente los encargos cuando el cumplirlos costaba poco o nada.

En honor de la probidad española debo decir que mi cartera pareció intacta, en la misma diligencia, al cabo de algunos días, y me fue benévolamente remitida á París. No se crea que este es un ejemplo aislado. En cuanto á la hospitalidad, ella es una virtud universal en España. Allí no es inhospitalaria sino la legislacion en todos sus ramos. La ria del Nervion. Idea de las tres provincias. Bilbao.

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