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Actualizado: 9 de mayo de 2025


En España nadie había pensado en traducirla hasta que el entendido arabista D. Francisco Pons, muerto por desgracia en la flor de su edad, devolvió esta joya a la tierra en que se había criado, trasladándola con gran primor, fidelidad y elegancia al idioma castellano, que hoy se habla en ella.

Aunque en España, no por qué, son poco populares y estimados los versos endecasílabos libres, yo los prefiero a veces a los que están sujetos al artificio de la rima, cuando la falta de ésta se halla compensada por el primor y la sobriedad de la dicción y por la cadencia musical del metro.

De sobra hay en cualquiera otro país oradores tan huecos, tan palabreros, tan difusos y tan ampulosos como los que en España puedan ser más tildados de tener dichos defectos. Lo que no hay de sobra en parte alguna es la facilidad, el primor, la elegancia y el arrebato poderoso de no pocos de nuestros oradores.

Además de la Duval, que era y sigue siendo mi dama de compañía, estaba conmigo y está aún mi mucamba, o sea mi primera doncella, mulata muy ágil, llamada Petronila, que me peina con primor y buen gusto, que cose y borda y tiene otras mil habilidades; una segunda doncella, dos fieles criados negros, y por último, la mujer que cuidaba y alimentaba a mi tesoro.

Antes bien, aplaudiré al poeta como poeta, si impugna con primor y con brío lo que yo crea más santo, aunque yo, pongo por caso, como católico, considere que él, como impío, acabará, en castigo de sus bien rimadas blasfemias, por arder eternamente en lo más profundo del infierno. Así me sucede con el Himno á Satanás, de Carducci.

Las faldas, en vez de llevarlas cortas, las llevan largas, y van barriendo con la cola el polvo de los caminos. En resolución, es una pena este abandono del traje propio y adecuado. A pesar de tales disfraces, la belleza, o al menos la gracia, el garbo y el salero, son prendas comunes en mis paisanas. Tienen en el andar mucho primor, y más aún si bailan.

Si Lucía y Pilar estuviesen fuertes en Historia, ¡a cuánta meditación convidaba la vista de tanto ebúrneo cuello, ornado de collares de diamantes o de estrechas cintas de terciopelo, y probablemente segado más tarde por la cuchilla; ni más ni menos, que el pescuezo del rey que presidía melancólicamente aquella corte! La cerámica era el primor de la colección.

Ella, arreglando con mucho primor su manojito de hilas, contestó sencillamente: , ayer tuve carta... Por supuesto, que a usted también le habrá escrito... No, no he recibido carta ninguna, pero no me extraña... Al despedirse me dijo que hasta no tener noticias seguras no me escribiría. ¿De dónde te escribe ya?...

Quizás ayudaba el mismo primor del traje a patentizar la madurez de los años: el luengo sobretodo ceñía demasiado el talle, no muy esbelto ya; el fieltro, ladeado gentilmente, pedía a gritos las mejillas y sienes de un mancebo.

Todavía eres joven, pero yo voy haciéndome ya viejo, y antes que tu primor los años roben y te diga el espejo la verdad de un encanto destruído, permite que te envíe este consejo del corazón, un poco entristecido: Busca el amor oculto en cada cosa, quédate con el alma de la rosa, con su aroma y color; y de las alas de la mariposa toma el vuelo sutil, la gracia leve, y hallarás en la vida, que es tan breve, una divina suavidad de amor.

Palabra del Dia

hociquea

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