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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Se conserva soltero, porque entre su lancha, sus campañas y sus redes, que teje con mucho primor, nunca le quedó un cuarto de hora libre para buscar una compañera. Por último, en el cuarto segundo habita un matrimonio contemporáneo del tío Miguel; y si no tan robustos como éste, los dos cónyuges están aún más desaliñados que él, y tan canos, tan curtidos y arrugados.
"Yo creo, replicó el oso, Que me haces poco favor. 190 ¡Pues qué! ¿mi aire no es garboso? ¿No hago el paso con primor?" Estaba el cerdo presente, Y dijo: "¡Bravo! ¡Bien va! Bailarín más excelente 195 No se ha visto ni verá."
Ninguno con más primor ejecutaba las mudanzas y saltaba delante de su pareja: en esta ocasión no le valieron sus ágiles piernas: aunque corría como un gamo por el monte abajo, Ramiro le alcanzó repetidas veces con su palo.
El egregio poeta Gil Vicente había compuesto un auto alegórico y mitológico para celebrar la boda de la Infanta y desearle toda ventura en su viaje a los Estados de su esposo. El auto se representó en palacio con gran lujo y primor en los adornos y vestimentas de cuantos farsantes figuraron en él.
En cuanto a Pepita Jiménez, que imaginaba yo que vendría también en burra con jamugas, pues ignoraba que montase, me sorprendió, apareciendo en un caballo tordo muy vivo y fogoso, vestida de amazona y manejando el caballo con destreza y primor notables.
Por otro lado, lo que era mío, lo que yo esperaba y yo me figuraba ya que iba a ser un primor, un asombro de gracia y de belleza, por nada del mundo quería yo atribuírselo en parte a alguien de quien no era. ¿Y qué aliciente había para el engaño?
Prueban la estimación que en todas partes se ha dado a este libro las esmeradas traducciones que de él se han hecho en diversas lenguas, imprimiéndolas o reimprimiéndolas desde principios del siglo XVI hasta nuestros días con mayor primor y lujo que en España.
De aquí que hagamos poco caso de las leyes severas para escribir las comedias, porque se representan para el vulgo, que no comprende esas leyes; y de aquí que despreciemos las mudanzas de escena, porque los doctos, capaces de apreciar el primor de los conceptos y de los versos, para alabar los buenos poemas dramáticos, no necesitan de esos requisitos.
Lucía bordaba con todo primor, en blanco, en seda y en oro; hacía calados, pespuntes y vainicas como pocas, y en guisos y dulces nadie se le ponía delante, que no saliera con la ceniza en la frente. Sólo resplandecía aún la superioridad de Doña Antonia en las faenas de la matanza.
Allí lucía de nuevo su primor y gentileza Quino, el más prudente y astuto de los hijos de Laviana. Su pareja ya no era Telva, como la noche anterior, sino Eladia. Con este arte maligno de tira y afloja tenía á las dos zagalas rendidas, deshechas de amor. Pero en aquel instante más que de su pareja se cuidaba de mirar con recelo la actitud de los de Lorío.
Palabra del Dia
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