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Actualizado: 3 de junio de 2025


Pues digo, si lo que Dios no quiera, sobreviene la muerte a la hora menos pensada, y la coge así, le cayó la lotería». Si me muero, me llevo a mi hijo conmigo dijo la diabla, volviéndole a coger y estrechándole contra . Otra barbaridad. Hoy estamos de vena. ¿Pues no es mío?, ¿no le he dado yo la vida? ¡Cómo!... ¿darle vida usted? Hija, no tiene usted pocas pretensiones.

Las exageradas pretensiones de los monarcas españoles no eran sólo palabras ostentosas: ningún otro soberano de Europa poseía dominios tan extensos, ni fuentes tan inagotables de riqueza.

Había de conocerse hasta en los menores detalles, que la visitada era una moza de cáscara amarga, con recomendables pretensiones de decencia, y la visitante una señora, y no una señora cualquiera, sino la señora de Jáuregui, el hombre más honrado y de más sanas costumbres que había existido en todo tiempo en Madrid o por lo menos en Puerta Cerrada.

La fórmula solía ser esta: «Muy señor mío y de mi más distinguida consideración: adjuntos le remito unos versos para que, si los estima dignos de tan señalado honor, vean la luz pública en las columnas de su acreditado periódico. Escritos sin pretensiones..., etc., etc.». Pero, nada: no salían. Pedía, después de un año, que se los devolvieran.

Abreviando, os diré que ni mi padre ni yo podíamos tolerar tales pretensiones, y que ese hombre violento y vengativo ha sido desde entonces nuestro enemigo.

Muy poética y elevada idea daban las palabras de la muchacha del caballero su enemigo; pero doña Inés supuso que la elevación y la poesía eran obra de la imaginación de la muchacha, y despojando el concepto de las mencionadas cualidades, pensó reconocer en él, sin la menor duda, a su marido, don Alvaro, de cuyas pretensiones estaba ya informada por Serafina y de cuyos atrevimientos andaba recelosa.

Si los quería diferentes debió hacerlos diferentes". Las pretensiones de un "omnipotente demonio deseando ser cumplimentado" como todo misericordioso, cuando está ejerciendo la más perversa crueldad, no son ya admitidas en consternado silencio.

Don Héctor desaparece; los amantes, poseedores ya del documento en que Héctor fundaba sus pretensiones, se abrazan mutuamente, y Carlino declara su voluntad de casarse con Mysón.

Que no han encontrado el pretendiente de sus sueños respondí sin reflexionar. Ya lo ve usted... Usted misma, una amiga, participa de la opinión general. Si no encuentran el pretendiente de sus sueños, es evidentemente porque éste no es tal pretendiente... Convengamos en que hay aquí un «dejado por cuenta» evidente. Acaso mis amigas tienen pretensiones por encima de su situación de fortuna y...

Con esto y con bañar su rostro en una sonrisa con pretensiones de picarescamente bonachona, quedaba perfilado el cabo Pérez en toda su graciosa majestad.

Palabra del Dia

cabalgaría

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