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39 Por eso procuraban otra vez prenderle; mas él se salió de sus manos; 40 Y se volvió al otro lado del Jordán, a aquel lugar donde primero había estado bautizando Juan; y permaneció allí. 41 Y muchos venían a él, y decían que Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; mas todo lo que Juan dijo de éste, era verdad. 42 Y muchos creyeron allí en él.

Ya otras veces se ha procurado prenderle; pero no cómo consigue evadirse de la Justicia, y pasea después su cinismo por todas las calles de Madrid, por todos los clubs. Esta vez no creo que se nos escape. Ya daremos con él.

Por no darnos maña el día de la escaramuza de tomar lengua ni meter un moro de los que llevábamos en tierra para que supiese lo que había y lo que se sabía de Trípol, como era razón que se supiese, dejamos de prender allí á Dragut, que los mismos de la isla ayudaron á ello, y tomándole el paso, no podría en ningún modo escapar, y ansí hacíamos la jornada de Trípol y la de los Gelves con prenderle.

Si avisándole que tratan de prenderle se salva, y no le aviso, mi conducta es criminal. Es un infame, con vergüenza lo confieso; pero si no impido su persecución y su muerte, tendré remordimientos toda mi vida. La huérfana no pudo resistir un sentimiento de lástima y piedad hacia aquel hombre excéntrico que, sin dejar de ser su tirano, había sido su protector y el amparo de su niñez.

Pero si aquella vez estuvo afortunado, no lo estuvo en otro encuentro que al poco tiempo tuvo, y fué preso, mandándosele á la galera de Málaga como cabo de escuadra, de donde volvió en Agosto de 1596, siendo entonces puesto en libertad porque al mozo no le faltaban amigos. Mas apenas se vió en la calle, reanudó sus fechorías, por lo cual el conde de Priego mandó prenderle de nuevo.

Enrique Peyne fué en el bote á tierra, y queriendo tomarla, vió 30 hombres armados con escopetas y espadas, que querian prenderle: y conociéndolo sus marineros, le instaron á que no saliese á tierra. Procuró volverse á toda prisa, aunque menos de la que él quisiera, porque le seguian en navichuelos los de tierra, amenazándole. Al fin se libró de ellos en otra nave mas cercana á tierra.

Algunos sin embargo decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo? 42 ¿No dice la Escritura, que de la simiente de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, vendrá el Cristo? 43 Así que había disensión entre el pueblo por él. 44 Y algunos de ellos querían prenderle; mas ninguno echó sobre él manos.

El duque de Lerma lo posponía todo á su ambición, hasta su dignidad de padre. Llamó á su secretario Santos, y le mandó extender y llevar para su cumplimiento á un alcalde, una orden de prisión á Quevedo. No se sabía por qué se prendía á Quevedo. Pero era necesario prenderle y se le mandaba prender. El duque quedó profundamente agitado.

Llega a la tertulia, las muchachas le rodean; él les cuenta sus viajes con tanta verdad y animación, que vemos las grandes montañas, los inmensos ríos, los enormes árboles de Asia, los bosques llenos de peligros; vemos al intrépido europeo defendiéndose del león que le asalta, del tigre que le acecha; nos describe luego las tempestades del mar de la China, con aquellos vientos que arrastran como pluma la embarcación, y le vemos salvándose de la muerte por un esfuerzo de su naturaleza ágil y poderosa; nos describe los desiertos de Egipto, con sus noches claras como el día, con las pirámides, los templos derribados, el Nilo y los pobres árabes que arrastran miserable vida en aquellas soledades; nos pinta luego los lugares santos de Jerusalén y Belén, el sepulcro del Señor, hablándonos de los millares de peregrinos que le visitan, de los buenos frailes que dan hospitalidad al europeo; nos dice cómo son los olivares a cuya sombra oraba el Señor cuando fue Judas con los soldados a prenderle, y nos refiere punto por punto cómo es el monte Calvario y el sitio donde levantaron la santa Cruz.

Hasta las dos de la madrugada jugó al tresillo: cuando la partida se disolvió, estuvo paseando largo rato por uno de los salones; cansado al fin, se recostó en un diván, y no tardó muchos minutos en prenderle un sueño pesado y letárgico. La tensión en que sus nervios habían estado las últimas horas, había terminado por un enervamiento.