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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Porque he contraído el deber de guardar, de proteger una vida preciosa. La vida de la reina. ¡La vida de la reina! Pero don Rodrigo Calderón, está herido ó muerto... herido, ganaremos tiempo... si muerto, nos hemos salvado. Pero creéis... Don Rodrigo es capaz de todo... ¡Regicida! ¿Pues no dicen que ha dado hechizos al rey? replicó el confesor del rey.

Por eso compuso una marcha militar titulada «La marcha del capitán Pérez», que, en los conciertos populares de los jueves, arrancaba los aplausos de una mitad del público y la rechifla de la otra... Dos o tres anarquistas llegaron a interrumpir la preciosa música, que tenía sus pujos de wagneriana, con retumbantes rebuznos, para los cuales poseían particular habilidad.

Refieren las crónicas que vamos extractando que, terminado ya aquel opíparo y poco alegre festín, el Príncipe de las esmeraldas, volviendo en como de un sueño, alzó la voz y dijo: Secretario, tráeme la cajita de mis entretenimientos. El secretario se levantó de la mesa y volvió de allí a poco con la cajita más preciosa que han visto ojos mortales.

Además, estos minuciosos detalles coadyuvan á esa autosugestión, tan preciosa para el arte del comediante.

Su ilustre padre, por miedo á que la guerra cortase para siempre la dinastía de los Lacour, preciosa para el Estado, lo había hecho agregar á los servicios auxiliares del ejército. Pero en tal situación, era un soldado igual á los que amasan panes ó remiendan capotes.

Un día Paz, ya vestida para salir con su padre, estaba esperándole en el despacho, mientras Pepe, con la puerta de comunicación abierta, escribía en el cuarto de los libros papeletas para el índice. Paz leía un periódico, en pie junto a un balcón; Pepe, aprovechando la ocasión, la miraba disimuladamente, entre plumada y plumada. La muchacha era preciosa.

Después de haber cortado la faja de tela de un modo irregular, pero eficaz, se dirigió en dos segundos hacia la puerta abierta adonde la llamaba el brillo del sol, mientras, que el pobre Silas la creía más preciosa que de costumbre. Fue sólo cuando volvió a necesitar las tijeras que lo sorprendió la terrible realidad. Eppie se había escapado sola, quizás se había caído en la cantera.

No merecen mencionarse por su arquitectura las obras de esta especie; solo los grandes recuerdos que despiertan en la mente por los héroes que en ellas estan ó estuvieron enterrados, hacen preciosa su antigüedad, y deplorables las trasformaciones que la mayor parte han sufrido.

Ni esa niña puede tampoco estar al lado de un chico tan guapo y tan risueño como sin ponerse enferma también dijo Rafael Alcántara. ¿Me quieres seducir, Rafael? , chico, para que me dejes mañana la llave de tu cuarto y no parezcas en toda la tarde por allá. Lo necesito. Es que tengo una colcha preciosa de raso. Se cuidará de la colcha.

No sabemos, pues, si batir palmas y cantar victoria o llorar a lágrima viva, porque si bien es cierto que en aquel día terminó para siempre el aborrecido poder de Calomarde, también lo es que nuestro buen amigo D. Benigno padeció un accidente que puso en gran peligro su preciosa existencia. Cómo sucedió esto es cosa que no se sabe a punto fijo.

Palabra del Dia

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