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Actualizado: 20 de julio de 2025
Conozco su nombre y no me disgustaría romper una lanza con tan principal y temido caballero, dijo el barón. Pero mirad, muy enojado está el príncipe.
En España me hallaréis, al frente de cuatro mil lanzas francesas escogidas, para hacer á vuestro príncipe una acogida digna de él y de sus valientes caballeros. ¡Dios os guarde, amigo barón, y nos permita volver á vernos en circunstancias más propicias! No creo que exista caballero más cumplido en toda la cristiandad, dijo el de Morel mirándole alejarse en compañía de su animosa consorte.
Preguntóle don Quijote si eran de algún príncipe, que así las ponderaba. -No son -respondió el estudiante- sino de un labrador y una labradora: él, el más rico de toda esta tierra; y ella, la más hermosa que han visto los hombres.
¡Un príncipe!, ¡pues ya! dijo con sorna el general . ¿Por qué no han de llamarse las cosas por sus nombres? Lo que será es un carbonario, un propagandista, una verdadera plaga. ¿Y de dónde es ese príncipe?
Por las noches mezclábase en los escándalos de ciertas casas del barrio de San Francisco, donde ejercía alguna superioridad sobre las infelices mercenarias de sus cuerpos, por el prestigio de su nombre y la leyenda sobre su nacimiento que le convertía casi en un príncipe. Los amigos tenían fe en su porvenir.
Oranteo, hijo del rey de Hungría, ama á Laura, joven dama de singular belleza, pero cuya condición no es igual á la suya, y tiene de ella dos hijos. El Rey se opone á que se case el Príncipe con Laura, proyectando enlazarlo con otra Princesa. Para lograr su propósito, intenta enemistar á los dos amantes, y se enamora de Laura, á quien no conoce por su verdadero nombre.
Volvía á entregarse al juego con las cantidades encontradas en su casa. Hasta sospechó el príncipe si habría vendido ó empeñado el alfiler con que reparó el desgarrón de su vestido. Después de regalarle la perla de la princesa Lubimoff, no la había visto más. Alicia parecía insensible á los primeros esplendores de la primavera.
Queriendo retardar la exposición de estos negocios, habló de las dificultades que la habían obligado á presentarse en Villa-Sirena sin anunciar su visita. El príncipe podía tener confianza en la exactitud con que su «chambelán» cumplía sus órdenes. Una buena persona el tal coronel, pero intratable, lo mismo que un perro feroz, cuando alguien pretendía que desobedeciera á su amo.
5 y de Jesús, el Cristo, el testigo fiel, el Primogénito de los muertos, y Príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre, 6 y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios y su Padre: a él sea gloria e imperio para siempre jamás. Amén.
Se daba por cierto que la amaba mil veces más que había amado a las otras mujeres: que sentía por ella todo género de afecto; que con el espíritu puro la estimaba y quería como su padre David había estimado y querido a Jonatás, muerto en las alturas de Gelboé por los filisteos; y que de un modo tempestuoso la idolatraba como el príncipe de Siquen había idolatrado a Dina.
Palabra del Dia
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