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Actualizado: 20 de julio de 2025


5 Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice el SE

Chica, has soñado con algún príncipe ruso. Las de Ferraz, que ya estaban allí, rieron la gracia, fingiendo no encontrarle malicia. Los demás callaron, sorprendidos ante la audacia. Emma no vio el epigrama; Bonis tampoco.

El Príncipe Constante excitó en Weimar tan general entusiasmo, que, según dice un testigo presencial, el público no se cansaba de admirarlo; Immermann afirma, en sus Cosas memorables, que al representar su Mágico prodigioso, hasta en el vulgo hizo, en Dusseldorff, efecto extraordinario; La hija del Aire fué aplaudida en el mismo teatro en su forma primitiva, y en otras ciudades lo fué un arreglo moderno de esta comedia, no poco defectuoso; Doña Diana, El Médico de su honra, El Secreto á voces, La Vida es sueño y La Estrella de Sevilla fueron largo tiempo comedias favoritas del público alemán, y son todavía en algunos lugares rayos brillantes de luz, que alumbran aquí y allí el mundo, digno de lástima, del teatro.

En 1646 resuelve Felipe IV nuevo viaje a tierras de Aragón haciendo la jornada por Navarra y llevando también al Príncipe.

Había gobernado al Rey Felipe II, su señor, Príncipe tenido por prudente y constante en las decisiones; cayó, no obstante, de su crédito, sin ser culpable, en opinión común.

Todos le examinaron de reojo, avisándose su presencia con discretos codazos. ¡El príncipe á aquella hora, cuando los de su mundo estaban aún en la cama!... Instintivamente miraron en todas direcciones, esperando descubrir á alguna señora vestida con recato para este disimulado encuentro matinal. La fama del personaje sólo les permitía suponer una cita de amor.

D. Luis de Guzman Ponce de Leon, Embaxador ordinario de la Magestad Catholica á la Santidad de Alexandro Pontifice Maximo, hizo en Roma por el Nacimiento de el Serenisimo y Altisimo Principe de las Españas Don Carlos Felipe de Austria. Escrita por Don Enrique de Sevilla. Roma, 1662.

Lo único que podía olvidar el príncipe eran sus asuntos personales cuando estaba al lado de Alicia. Sólo pensaba en el descubrimiento de aquel cautivo, del que dependía su felicidad. ¡El día que sepa con certeza que vive!... Verás entonces cuán distinta soy. No te aburriré con mis tristezas: encontrarás á otra mujer.

Confundamos a este gusanillo; aniquilemosle. Retiraos; este hombre es mio. Principe de las divinidades invisibles, este hombre no es de una naturaleza comun, como lo atestiguan su aspecto y el encontrarse en estos lugares. Sus sufrimientos han sido de una naturaleza inmortal como la nuestra.

Van á verse dentro de poco; don Marcos le ha invitado á comer en su casita de Beausoleil, convencido de que su compañía será agradable al príncipe. Toma la mano artificial de éste, y no parece notarlo. Sus ojos y su pensamiento están puestos en los vidrios del café, inflamados en plena tarde, á través de los cuales pasa el cadencioso susurro de los violines.

Palabra del Dia

gallardísimo

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