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Actualizado: 18 de septiembre de 2025
Empieza por escarvar en la arena un hoyo bastante profundo, donde va depositando los huevos; cuando tiene hecha la postura, valiéndose de las alas y andando para atrás, vuelve la arena á su posición primitiva, hasta formar un montón muy parecido á los que se encuentran en las carreteras para conservar la grava.
Fortunata prestó atención a lo que allí pasaba; pero sin abandonar su postura de esfinge. Cuando la viuda volvió a la sala, ya eran más de las diez.
Quedó un instante inmóvil, y bajando al fin la cabeza unió sus labios a los de la niña con prolongado beso. Un fuerte soplo de viento había despertado el océano cuando se preparaba a dormir: agitose un instante en su inmenso lecho de arena, cual si cambiase de postura, y dejó escapar un sordo murmullo de disgusto. Las olas tornaron a rodar de nuevo con extrañas voces.
Daba gana de echar a algunas de ellas una limosna, para calmarles las angustias del estómago, o un sombrero de desecho para sustituir la ruinosa chimenea, y a todas un asidero para sostenerse, sin rodar hasta el monte, en la postura violenta en que yo las veía.
Sólo variaba la postura, y para muchos ofrecía mayor seducción volver á la tierra de un modo fulminante, en plena embriaguez heroica, con una idea generosa en el pensamiento, que extinguirse lentamente entre sábanas, frente á una pared, manchado y envilecido por todas las suciedades de una materialidad que empieza á disgregarse.
La postura del cuerpo para volar, es en forma de alas y en pie derecho cuando vuela hacia arriba; y cabeza abajo cuando baja á la tierra. Fuera de estos dioses, adoran otra casta de deidades, á quien llaman Isituús, que quiere decir señores del agua. Su ejercicio es andar por los ríos y lagunas, llenándolos de pescados para el mantenimiento de sus devotos.
Por fortuna, un cambio de postura desvía la sangre de ciertos sitios del cerebro, quedan libres los nervios oprimidos, sufren otros la presión y... Un bosque fantástico, cuyos árboles tienen, en vez de hojas, monedas de oro.
Otro fraile estaba al lado del Padre Ambrosio con la capucha calada y volviendo a Morsamor las espaldas. Inesperadamente cambió este fraile de postura y mostró a Morsamor la cara. El pasmo de este rayó entonces en delirio. Creyó ver su propio rostro como en un espejo, pero no joven y gallardo, sino marchito, lleno de arrugas y con la barba blanca como la nieve.
El aldeano bajó la cabeza, volvió á cambiar de postura, y sin cesar de mirar al sombrero, continuó, al cabo de un rato y tartamudeando: Yo, señor, pa decirlo de una vez ... porque ello es justo, ¡canario!, justo como la ley de Dios, vengo á que usté me pague, ó á que nombre por su cuenta el tasador. El forastero dió un salto en la silla.
Aquí cesó la referida exclamación del autor, y pasó adelante, anudando el hilo de la historia, diciendo que, visto el leonero ya puesto en postura a don Quijote, y que no podía dejar de soltar al león macho, so pena de caer en la desgracia del indignado y atrevido caballero, abrió de par en par la primera jaula, donde estaba, como se ha dicho, el león, el cual pareció de grandeza extraordinaria y de espantable y fea catadura.
Palabra del Dia
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