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Actualizado: 19 de junio de 2025
Con la voz enronquecida por la emoción que le producían aquellos terribles recuerdos, Lea se calló un instante. Jacobo, impasible, no la interrumpía ya, poseído por el punzante interés del relato. Ni los sufrimientos inmerecidos de su antigua amada ni sus goces criminales le habían arrancado ni un suspiro. Había permanecido mudo ante las confesiones de celos y de traición.
Mientras los carruajes de los invitados iban entrando unos tras otros en el patio principal, y las ventanas se adornaban al mismo tiempo con rostros desconocidos, yo recorría el jardín como un poseído, embarraba mis lindos zapatos de charol en la tierra húmeda, y lloraba a moco tendido. No me dejaron tranquilo mucho tiempo. Me llamaban de todas partes, y entré en la casa.
Al verse junto a la puerta, vaciló un instante por el temor de hallarse con el molinero, a quien no hubiera podido ocultar en aquella sazón la cólera de que estaba poseído. Por fortuna había salido: sólo Rosa se hallaba en la cocina. Oyes... ¿conque tu padre te pega de palos para que te cases con tu tío? le preguntó con voz alterada, sin darle siquiera las buenas tardes.
Pepe, poseído de una tristeza rayana en la desesperación, carecía de calma para coordinar las ideas: esforzábase por adivinar lo que hubiera ocurrido; pero sus suposiciones y conjeturas quedaban suspensas, como truncadas por la inacción del pensamiento, que no podía fijarse ni insistir en nada.
Desde entonces, su espíritu se había ido remontando á mayores alturas; mientras que el anciano médico había ido descendiendo al nivel de Ester, ó quizás muy por debajo de ella, merced á la idea de venganza de que se hallaba poseído.
Pero no eran menester tales palabras: su cara, su espanto, bastaron para persuadirme de que la viuda no me había engañado. ¡Qué pena la mía! ¡Juro que hubiera preferido sorprenderle en brazos de una mujer! Entonces se levantó en mi corazón una tempestad de asco y de desprecio. ¡Y aquel era el hombre que me había poseído, el que saboreó mis primeros besos de amor!
Desechando la idea de estar poseído, concibió la esperanza de poder estar obseso. ¿Era él tan vil y tan indigno que no lograse ponerse en comunicación con seres inteligentes que no formen parte del linaje humano?
El conde entregó su mano sonriendo. ¡Jesús, qué atrocidad! ¡Ciento treinta pulsaciones por minuto! Ningún condenado a muerte las ha tenido. No era verdad. El pulso estaba normal. Así lo manifestó el mismo Alcántara a los amigos haciendo una seña negativa. Alvaro no se alteró por la mentira. Poseído de su valor y convencido de que no dudaban de él, siguió con la misma vaga sonrisa en los labios.
Me dejé caer rendido en un sillón de brazos. Sarto encendió su pipa y aunque no formuló la menor felicitación por el maravilloso éxito de nuestra descabellada tentativa, su aspecto revelaba claramente la satisfacción, de que estaba poseído. Cuanto a Tarlein, nuestro triunfo y algunas copas de buen vino habían hecho de él otro hombre. ¡Qué recuerdo para usted el de este día! exclamó.
En el trato comun se explica todo con el nombre de verdad; mas conviene mucho separar estas cosas, porque el que falta á la veracidad voluntariamente, es hombre falso y engañador; el que siendo veraz equivoca las cosas, no es falso ni mentiroso, sino facil crédulo y poseido del error. Estas cosas son tan claras, que no necesitan de mas explicacion.
Palabra del Dia
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