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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Un capitán con vagas noticias de una tierra nueva encontraba siempre un cura poseedor de ahorros, un escribano ávido, un hidalgo capaz de vender sus terruños, que se asociaban con él para la aventurera empresa, facilitando capitales con los que se adquirirían barcos, armas y víveres. El rey sólo daba su licencia, reservándose a cambio de ésta el quinto de las ganancias.
La pequeñez de su cuerpo ágil y escurridizo le servía tanto como la fuerza de sus brazos, y de todas las peleas salía incólume, «sin que le sacasen sangre». Los indígenas creíanle poseedor de maravillosos amuletos. Ojeda también se consideraba protegido por el cielo gracias a un cuadrito antiguo de la Virgen, regalo de Fonseca, que llevaba pendiente del cinturón de la espada.
Su poseedor era un gringo que vivía en Asunción sin más objeto que estudiar los animales y las plantas del país; un doctor alemán, gordo, rubicundo, de gafas doradas, muy amigo de bromear con las gentes simples del campo, para sonsacarles noticias.
Suspendió el trabajo al llegar a ocuparse del precioso tema de Mi cuenta, Su cuenta y Cuenta común, y es lástima que en tan interesante punto lo suspendiese. Lo extraño era que siendo D. José poseedor de los más escondidos secretos de la Contabilidad, no tuviera nada que contar.
Se inclina sobre el cuerpo de la desmayada, y con la insolente autoridad de un poseedor legítimo, hace ademán de ir a desabrocharle el cuerpo del vestido para que, respirando mejor, cese la congoja. Entonces a don Juan se le sube la sangre a la cabeza. ¡Tocar aquel hombre el pecho de Cristeta! ¡Profanación!
El camarero del café le descubrió que su amo era poseedor de una mesa giratoria por medio de la cual consultaba con los espíritus cuanto quería. Bastó esto para que el paisano ardiese en deseos de conferenciar con el cafetero y asistir a alguna de aquellas sesiones maravillosas.
¡Un simple resfriado! ¡Y yo que me creía poseedor de una enfermedad importante!... Profundamente avergonzado, yo he cogido entonces mi sombrero y me he lanzado a la calle, sumido en amargas reflexiones. El fracaso es evidente decía yo para mis adentros . ¿Con qué cara me presento ahora ante los amigos?
El estado de la literatura entre nosotros, y el heroísmo que en cierto modo se necesita para dedicarse a las improductivas letras, es la causa que hace a muchos de nuestros literatos más insoportables que los de cualquiera otro país: añádase a esto el poco saber de la generalidad, y de aquí se podrá inferir que entre nosotros el literato es una especie de oráculo que, poseedor único de su secreto y solo iniciado en sus misterios recónditos, emite su opinión obscura con voz retumbante y hueca, subido en el trípode que la general ignorancia le fabrica.
El abate pensaba realizar un buen negocio, ya haciéndose por cualquier medio poseedor del derecho, ya pleiteando por cuenta de ella, con esperanza de sacar un buen bocado. Su hambre era tanta como su ingenio, razón por la cual había probabilidad de que saliera adelante con su empresa. Dejémosle allá dedicado á la ardua tarea de conquistar á la semidiosa, y asistamos á la sesión de La Fontanilla.
En buen hora que se premien con jenerosidad y aun pródigamente los singulares y estraordinarios servicios que pueden prestarse en críticas circunstancias y por adelantos en las ciencias ó descubrimientos útiles en la agricultura, industria y navegacion; pero nunca se premien con infraccion de la ley: y esos premios sean puramente personales, y se fenezcan con la muerte del poseedor.
Palabra del Dia
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