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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Para Pinho no hay otro bien como el uso de la guayaba, y en cuanto supo que yo era un poseedor de inscripciones, un semejante suyo, capitalista como él, no dudó, no se retrajo más de su deber humano, y practicó en seguida el acto de beneficio, y hélo aquí ruborizado y feliz, trayendo su dulce dentro de una servilleta. ¿Es el comendador Pinho un ciudadano inútil? ¡No, ciertamente!

Cualquier cosa que fuera lo que descubriésemos, sabía que tenía que ser alguna extraña revelación, porque, desde el primer momento que me encontré con el caminante y su hija, vi que estaban rodeados de un ambiente de notable romance y misterio, que, con la muerte de ese robusto hombre, poseedor del secreto, era ahora mayor aún, y mucho más inexplicable.

En los años que duró el capricho imperial, el nuevo príncipe tuvo que buscar su fortuna lejos de la corte, pues los favoritos anteriores se habían llevado todo lo que estaba más á mano. La zarina le dió cuanto quiso escoger sobre el mapa de su inmenso Imperio: territorios lejanos, al otro lado de los Urales, que su nuevo poseedor no había de visitar nunca, así como los más de sus sucesores.

Por las rápidas gesticulaciones del sacerdote, la manera cómo sacudía, primero, sus dedos apretados, y luego alzaba su mano abierta y tocaba su antebrazo izquierdo, podría haber afirmado que estaba hablando de algún secreto, cuyo poseedor había desaparecido.

Facundo pidió que se le adjudicase este ganado en resarcimiento de los gastos que le había demandado la invasión a la ciudad; gastos que se reducían a convocar las milicias, que concurren en sus caballos y viven siempre de lo que encuentran. Poseedor ya de partidas de seis mil novillos al año, mandaba a las ciudades sus abastecedores, y ¡desgraciado el que entrase a competir con él!

Ella sabía atraerles y retenerles a su alrededor por un medio menos heroico que el de la señora de Warrens; se hacía amar con menos exposición. Los unos conocían su posición, los otros creían en su virtud; todos estaban persuadidos de que su corazón estaba libre, y que el último poseedor, se llamase Villanera o Chermidy, había dejado una sucesión abierta.

En efecto, el mate llegó en manos del «ñato», muchacho de quince años, poseedor de una «superlativa» nariz ciranesca, que dio motivo a Lorenzo para romper el silencio de estupor que siguió a la deslumbrante aparición de la Pampita. Creo que estoy, señorita, en la chacra de los contrastes.

¿Y el señor Dawson? preguntó al fin, cuando Reginaldo se hubo sentado en la orilla de la cama y yo en la silla. ¿Qué es lo que él dice? No tengo necesidad de pedirle su opinión repliqué rápidamente. Por la ley el secreto del cardenal es mío, y nadie puede disputármelo. Salvo su actual poseedor fue su tranquila observación. Su actual poseedor no tiene derecho sobre él.

Palabra del Dia

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