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Actualizado: 10 de octubre de 2025
Mi popularidad era inmensa; hasta caballeros, tales como usted, señor, iban a mi casa; vendí mi comercio y compré esto que está, como quien dice, en un rincón de mundo. ¿Comprenden? Una intuición poética singular hizo que mientras hablaba cambiase poco a poco de posición, de manera que las mudas ruinas del enfermo se interpusieran entre ella y sus oyentes.
Alguien, queriendo mortificarla, la dijo, en su cuarto del teatro, que á Leontina, una belleza pomposa y rosada que gozaba entonces de gran popularidad, la llamaban «la Déjazet del boulevard du Temple». A lo que, picada Virginia, contestó: «No me extraña; el duque de Orleans tenía en sus caballerizas un jumento que llevaba su nombre.»
Las de Encina, al contrario, fueron las primeras que intentaron perfeccionar los elementos populares, y contribuyeron también en primer término al nacimiento de aquel teatro, que supo reunir la popularidad á las más nobles excelencias . La época en que, según indica Rojas, se verificó este cambio favorable al drama, coincide justamente con el período en que la monarquía española tomó su primero y más poderoso vuelo.
Mi señor suegro, que, como los gatos, caía siempre sobre sus patas, había resuelto aprovechar mi popularidad y renovar relaciones, en ocasión de nuestras bodas, con un montón de gente que, por prudencia, había dejado de tratarse con él desde hacía años. Desató, pues, los cordones de su bolsa, y organizó una fiesta monstruo en la que el champagne debía correr a mares, según su expresión.
Las noticias que se conservan de la popularidad de las comedias y cómicos españoles por Italia, son más positivas, y alcanzan á una época más remota. En ella, como sabemos, se representaron las obras dramáticas de Torres Naharro.
En el hospital de los Inocentes, situado en la calle Real de san Marcos, casa cuya fundación debióse en 1436 á Marcos de Contreras, estuvo albergado desde 1681 un loco natural de Arcos de la Frontera, llamado Amaro Rodríguez, el cual llegó á hacerse célebre en Sevilla y adquirió una singular popularidad, de tal modo, que no había persona chica ó grande que no le conociese.
Y con toda su fama de práctico de los hospitales de París, con la popularidad que le habían dado en la villa sus arriesgadas operaciones, fué á aislarse en las minas, cuando aún no tenía treinta años, viviendo en una casita de Gallarta con sus libros y su vieja criada Catalina.
La Bolsa de Londres es el termómetro infalible del crédito, de todos los gobiernos y de los grandes bancos del mundo, del movimiento general de la política, de las fluctuaciones de los cambios y del valor de la moneda, así como de la popularidad de las empresas mas notables.
Comenzaba a amanecer, pero las primeras y vagas luces del alba a duras penas lograban colarse por las tortuosas curvas de la calle de los Gastros, cuando el señor Rosendo, el barquillero que disfrutaba de más parroquia y popularidad en Marineda, se asomó, abriendo a bostezos, a la puerta de su mezquino cuarto bajo.
Esto no quebrantaba su respetabilidad. Una jumera de vez en cuando no era motivo para que nadie se escandalizase. ¡Costumbres de la tierra! Además, esto daba cierta popularidad. Y Luis Dupont, convencido de la importancia de su persona, iba de un casino a otro hablando de la «cuestión social» con vehementes manoteos que ponían en peligro las botellas y copas alineadas en las mesas.
Palabra del Dia
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