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Actualizado: 11 de noviembre de 2025


Confió doña Mencía al P. Atanasio una respetable suma de dinero para que la repartiera con juicioso tino entre los soldados de la hueste y los campesinos pobres de las cercanías.

Pero yo no sabía que el sitio donde tenía que ir era tan angosto, que si no, ¡ay, Dios mío! ... mire usted señor, somos unos pobres; pero si al mi Andrés le atendieran algo por el camino.... No es esto decir que yo desconfíe de usted, ¡ave María Purísima!

En fin, no era razón dejar morir de hambre a los chiquillos de la Rita; la Fábrica daba limosna a bastantes pobres de fuera: con más motivo a los de dentro; y la maestra recorrió el taller con el delantal hecho bolsa, y llovieron en él cuartos, perros y monedas de diferentes calibres en gran abundancia.

Don José no se atrevió a chistar; Pepe soltó una carcajada. ¡Qué fuerte te da! ¡Esta es una familia podrida! prosiguió el cura así estáis, así os veis, necesitados, pobres, desamparados, dejados de la mano de Dios; , trabajando en esa imprenta como un gañán, y Vd. ¡Hijo mío, líbreme Dios de suponerle tan mezquino que sea capaz de castigarme con reuma por ser progresista!

Como ésos hay en el mundo que viven sin gobierno, y no por eso dejan de vivir y de ser contados en el número de las gentes. La mejor salsa del mundo es la hambre; y como ésta no falta a los pobres, siempre comen con gusto. Pero mirad, Sancho: si por ventura os viéredes con algún gobierno, no os olvidéis de y de vuestros hijos.

Don Fernando lo había hecho todo: él había sublevado los barcos, él había arrojado los batallones a Alcolea contra las tropas que venían de Madrid. ¿Y lo que hizo por destronar a una reina y preparar el aborto de una República sietemesina, no había de repetirlo cuando se trataba nada menos que de conquistar el pan para los pobres?...

Otros eran de intachables costumbres dentro y fuera de su casa... Retirose Rosalía a la suya, con la cabeza llena de todo aquel personal matritense, y les veía pasar por la región más encendida de su cerebro, yendo y viniendo como en el Prado. Ahora los pobres, luego los ricos, después los honrados... y vuelta a empezar.

Salvatierra permanecía impasible, como si hablasen de otro, y únicamente al extrañarse Rafael de su exiguo alimento, abrió los labios para protestar dulcemente. No tengo derecho a más. ¿Acaso esos pobres que se amontonan en la gañanía no comen peor que yo?... Se hizo un largo silencio. El aperador y los dos viejos parecían cohibidos en presencia de aquel hombre, del que tanto habían oído hablar.

Pobre era Alejandro y venció al rico Darío; pobres y rudos eran los romanos y subyugaron los ilustrados, cultos y ricos reinos de Macedonia, Siria y Egipto.

Los pobres que trabajaban en el Nuevo Mundo como agricultores ó dependientes de tienda se acuartelaban en un matadero de las afueras. Algunos que eran músicos habían adquirido instrumentos viejos y formaban murgas vagabundas, implorando limosna con sus rugidos de pueblo en pueblo. Pero transcurrían los meses, la guerra se prolongaba, y nadie podía columbrar su término.

Palabra del Dia

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