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Actualizado: 30 de abril de 2025


¡Oh, eso está por ver! repuse con arrogancia. Vamos, parece que hoy está Vuestra Majestad de mal humor. ¿Cómo van los amores? ¡Silencio! exclamé. Me contempló por un momento y encendió su pipa. Tenía razón al decir que estaba yo de un humor insufrible, y continué furioso: Me siguen por todas partes media docena de espías. Ya lo ; yo se lo tengo mandado contestó muy tranquilo.

Pues, hombre, Curra... La Villamelona. ¿No sabes?... Diógenes le ha puesto ese nombre desde que le dio por fumar en pipa, en un narghilé precioso que le regaló el embajador de Marruecos... Es una mona famosa que hay en el jardín zoológico de Londres yo la he visto y fuma en pipa con una gracia y unos mohínes que recuerdan a Curra por completo.

Sólo Federico Bullen se detuvo en la tarea de vaciar su pipa y alzó la cabeza, pero nadie más del grupo dio a conocer el menor interés hacia el hombre que entraba pausadamente, por cierto. Era una figura bastante familiar a la sociedad que en Bar Sansón le llamaban «El viejo».

Al siguiente día de la entrevista con el Visitador, fué puesto en libertad el preso y se sobreseyó en la causa. ¡Y tenga usted fe en la incorruptibilidad de la justicia! Digo, ¡si fumarían en pipa los argumentos del corregidor! LA NI

Aun no hace mucho se ha encontrado la imagen de San Ildefonso con una gorra de marinero en la cabeza y una larga pipa en la boca. ¡Por los siete Dolores de la Virgen! ¡semejantes abominaciones no anuncian nada bueno!

Remontó después la cañada, y pasó por delante de la cabaña silbando aún con significativo descuido. Sentose junto a un enorme palo campeche y volvió sobre sus pasos y otra vez pasó por la cabaña. Al llegar allí, encendió pausadamente su pipa, y en un momento de franca resolución llamó a la puerta. Edmundo la abrió. ¿Cómo va? dijo León, mirando por encima de Edmundo, hacia la caja de velas.

Si hay cané, orza y arría la mayor...; y avisa cuando haya trigo, que ya sabes cómo se gasta. Calló Pipa, miró á Cafetera que le escuchaba muy serio, y arrimándole un puntapié por la popa, ¡Á vivir! le dijo. Y se disolvió el corro, marchándose cada quisque por donde quiso.

El ségare Piorette, un hombrecillo flaco, escurrido, enérgico, con las cejas negras en medio de la frente y la pipa en la boca, estaba junto al umbral de su choza, y contemplaba, con la mirada a la vez viva y profunda, el conjunto de aquella escena. Mientras tanto, la impaciencia aumentaba de minuto en minuto.

¡Qué espectáculo tan interesante nos ofrece un centro tal de creaciones! Aquí unos calcetines por ocho cuartos; allí una sortija de dos ó tres mil duros; ahora un chaleco hecho que se da por una peseta; despues una pipa de ocho mil reales, como la que hay en la plaza de la Bolsa, número 3.

El capitán se colocó en fila con los demás y se puso á bailar con tal primor y tan concertadamente que pocos entre los jóvenes pudieran competir con él. Y en verdad que era espectáculo raro y gozoso á la vez el contemplar á aquel anciano moverse con tal agilidad y donaire. Ninguno más suelto y elegante. La precisión y cadencia de sus pasos eran tan perfectas que en esto, ya que no en el brío, sacaba ventaja á los demás. Los jóvenes palmoteaban. Á algunos viejos se les saltaban las lágrimas recordando sus tiempos de juventud. El tío Goro decía sentenciosamente dando chupetones á su pipa: ¡

Palabra del Dia

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