Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 9 de junio de 2025


Pero ya se podía preguntar por él, lo mismo al gobernador de Bilbao que al último pinche de Gallarta: nadie se mostraba insensible ante su nombre. Desde lo alto del Triano se veían minas y más minas, ferrocarriles con rosarios de vagonetas, planos inclinados, tranvías aéreos, rebaños de hombres atacando las canteras: de él, todo de él.

El consumo diario de harina empleada en hacer pan, tortas, bollos y pasta frolla o flora, era de noventa coros, o sea cuarenta y cinco cahíces, de doce fanegas se entiende. Así es que en el palacio de Salomón hasta el último pinche se regalaba a pedir de boca y estaba gordo y lucio. Las mujeres, tanto por naturaleza cuanto por los afeites que usaban, parecían celestiales y de variadísimo mérito.

Los tresillistas, por alejarse todo lo posible del ruido que de ordinario se hacía en la mesa y alrededor de ella, entre jugadores, choque de bolas, cántico del pinche, matraqueo del bombo, que era de hojalata, y comentarios y disputas de mirones y tertulianos, ocupaban la cabecera opuesta, a más de treinta pasos de distancia, porque el salón era enorme.

¡Compañero! ¿y yo? dijo el doctor. ¿Qué vas á hacer de ? Usted es un guasón que se ríe de la vida... pero entre burlas y veras hace bien á los pobres y vive cerca de su miseria. Usted es casi de los nuestros. Gracias, compañero Barbas. Y dando á entender al solitario con un gesto que volvería para hablar con él, subió los peldaños de una casucha en cuya puerta le esperaba impaciente el pinche.

Ryp Timmermans tenía como pinche un chino, el chino Bernardo; un chino rubio que se dedicaba a cazar todas las ratas del barco y a comérselas. El jefe de los portugueses era un mestizo de indio, lacrimoso y sucio, que hacía de intérprete, y se llamaba Silva Coelho. El contramaestre, Old Sam, muchas veces no podía sujetar aquella gente y buscaba el auxilio del capitán.

Las puertas estaban ya, sin embargo, guardadas y prohibida la salida; púdose, a pesar de todo, hacer saltar la tapia del jardín a un pinche de cocina, y este fue el encargado de llevar al diplomático la embajada de la condesa.

Tenía cuarenta años muy bien cuidados; amaba mucho, y se creía un lechuguino, en la esfera propia de su cargo, cuando dejaba el mandil y se vestía de señorito. Colás era un pinche de vocación decidida, colorado y vivo, de ojos maliciosos y manos listas. Los dos personajes, a más de la robusta montañesa que tenía a su servicio Visita, ayudaban a las damas en su tarea.

El pinche se paró de golpe en la acera, abrió tamaños ojos, miró a las dos hermanas con aire de asombro y les lanzó valientemente al rostro esta simple palabra: ¡Cáspita!

¿Y por qué ha huído mi mujer con mi hija y con el sargento mayor don Juan de Guzmán, y con Cosme Aldaba, pinche de la cocina, y con Cristóbal, paje de la reina... robándome?... Yo me informaré, me informaré... y veremos.

Pero Aresti conocía de larga fecha estos recibimientos; el furor que acometía á todos por estar enfermos apenas le veían, sin ocurrírseles bajar al hospital más que en casos de extrema gravedad. Y seguía adelante sonriendo á unas, contestando á otras alegremente, precedido por el pinche zamorano que volvía la cara como si temiese verle secuestrado por el grupo de comadres.

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando