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Actualizado: 9 de junio de 2025


Que la van á coger, que ya se sabe de dónde sale, que es de carne, que es un espíritu, que muerde, que cocea, que busca chiquillos para sacarles el sebo, que los serenos, que la policía, que cazarla á tiros ... y nadie se atrevía á pedirle el pasaporte. Al cabo, la delación de un pinche de billar hizo luz en el horrible caos, y el misterio se aclaró. ¿Saben ustedes lo que era la Berrona?

¿Y dónde encontraré á mi tío?.. Me urge... me urge de todo punto dijo el joven con acento impaciente. Yo diré á vuesa merced dónde está su tío dijo un galopín : el señor Francisco Montiño está prestado. ¡Cómo prestado! dijo el oficial. Prestado al señor duque de Lerma dijo otro pinche. Como que está malo de un atracón de setas el cocinero del duque. Y el duque tiene convidados.

¡Que venga Don Luis! gemía el minero herido por la explosión de un barreno, ó el pinche casi enterrado por un desprendimiento de la cantera.

Desde entonces, todo París tuvo para las dos hermanas los ojos del pequeño pinche de la calle Amsterdam; todo París repitió su: ¡Cáspita! bien entendido, con las variantes y modificaciones impuestas por los usos de la sociedad. Los salones de madama Scott, se hicieron inmediatamente a la moda.

El pinche se explicó trabajosamente. Su padre estaba arriba, en Labarga, en una casa de peones, muy enfermo; se moría. Al amanecer había querido levantarse para ir al trabajo como los demás compañeros, pero le ardía la piel, deliraba. El día antes había llovido y se mojó en la cantera.

El doctor emprendió el regreso y, cerca ya de Gallarta, notó que un muchacho de unos catorce años, un pinche de los que trabajaban en las minas, le seguía, marchando tan pronto á su lado como delante, siempre volviendo la cara hacia él, mirándole con unos ojos desmesuradamente abiertos, suplicantes y vidriosos como si fuesen á saltarles las lágrimas.

Aresti tenía buenas piernas, acostumbrado como estaba á aquel país montuoso, y apoyándose en la cachaba seguía sin dificultad al pinche que casi corría por el camino, con dirección á Labarga, uno de los barrios extremos de Gallarta, situado en plena explotación minera. Así como ascendían por el áspero camino, era más fuerte el viento y se ensanchaba el paisaje.

No tardaron los señoritos, a pesar del ideal, en tomar parte más activa en el entusiasmo alegre y expansivo de aquellas artistas. También ellos eran pintores. Y, a pesar de las burlas casi irrespetuosas del pinche y de la sonrisa insultante de Pedro, los dos caballeros quisieron probar sus habilidades metiendo la mano en pastas y almíbares y en cuanto se preparaba. Paco se puso perdido.

Hazme el favor de atarme el pelo, que yo no puedo por este dedo malo... Y enseñó uno, por donde manaba sangre. Al ir por los patrones se lo había pinchado. Valentina, muy turbada todavía, comenzó a atárselo. Me tiraba mucho, y, al desatarlo, me pinché con el alfiler que sujeta la cinta de arriba... El pobre Gonzalo no se arreglaba muy bien para atármelo, ¿verdad? añadió riendo.

Otros arreglaban los salones reparando el desorden que habían producido los convidados. El cocinero, seguido de un pinche que llevaba al hombro un esportón, atravesaba el jardín para tomar el camino de la plaza.

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