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Actualizado: 31 de mayo de 2025


No sabía el pobre señor que cuando un hombre da en hallar tedioso el curso de las horas, no puede dedicarse a nada que le distraiga, porque necesita todo el tiempo para aburrirse, por mandato de una ley de la pícara condición humana. Aquella noche no vino un alma a la tertulia, y la cara menos triste que hubo en la cocina fue la de Facia, la incomprensible y misteriosa mujer gris.

Aquellas relaciones honestas y nobles parecían muy encaminadas al matrimonio; y como ella era así tan guapetona, habría probabilidades de que aquel par de Pascuales se unieran ante la Iglesia para dar hijos al mundo y agua al vino. Pues como Pascual lo llegue á saber.... Pero yo soy muy picara ... y se me ha puesto en la cabeza... ¿Sabe usted lo que se me ha puesto en la cabeza? ¿Qué?

Aquella mañana madrugó don Alejandro casi tanto como el sol, y eso que era el de los días más largos del mes de junio, de los «de por san Juan». No había pegado el ojo en toda la noche; y no por miedo a los ladrones ni por extrañar la cama, sino por la comezón de la pícara curiosidad, que le tuvo en vilo.

Y al desempolvar los papelotes en que estaba el mal pensado y peor escrito Ensayo, me revolví airado contra mismo por la pícara maña de ofrecer lo que en manera alguna puedo ahora cumplir.

Los albigenses, a quienes convirtió Santo Domingo con ayuda de Simón de Monfort, habían caído en abominable herejía porque se entregaban a los festines, elegancias y malas pasiones. Una picara mujer que sedujo a Martín Lutero tuvo la culpa de que se hiciese protestante media Europa.

Señor D. Augusto de mi alma dijo a la sazón Relimpio, que hasta entonces, testigo mudo y doliente, no se había atrevido a decir nada ; no se marche usted y exhórtela, predíquele, y amonéstele para que se le quite... eso... de la cabeza. ¿Qué? Eso. ¿Y qué es eso? El disparate que quiere hacer. Vea usted cómo calla y se sonríe la pícara... A me lo ha dicho, pero a usted no se lo quiere decir.

¿Qué le digo?... Porque aunque no le he hablado nunca, le hablaré, si usted me lo manda. ¿Dígole que no parezca más por aquí?... ¡Ay, qué mujer! Allá va como una exhalación. Está tocada, tan tocada como su marido... Todo por no enamorarse de un hombre digno, como por ejemplo... un servidor. ¡Ah! Segismundo, paciencia. Imita a los pescadores de caña; espera, espera, que al fin ella picará.

Y Laura dijo lo que se sabía, habiéndolo oído contar en casa de su tía Viviana. Don Mariano Vázquez tuvo en sus mocedades una novia, a quien idolatraba... Pero ella, la muy picara, rompió un buen día el compromiso para casarse con su primo, un calavera «de siete suelas»... Don Mariano debía ser pues un hombre melancólico y escarmentado...

No, no podía ser; todas las leyes físico-matemáticas se oponían a que el algodón en rama fuera asimilable y se convirtiera en fibrina y demás ingredientes de la pícara carne humana. No hay para qué seguir a Bonis en sus demás conjeturas, sino irse a lo cierto directamente.

Por su diligencia, su honradez y por la puntualidad con que remitía los fondos recaudados, sus comitentes le apreciaban mucho. Pero no se sabe cómo se las componía, que siempre estaba más pobre que las ratas, y se lamentaba con amanerado pesimismo de su pícara suerte.

Palabra del Dia

lanterna

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