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Actualizado: 3 de mayo de 2025
En medio de la habitación había una mesa pequeña y baja, en la que ardía un velón de cuatro mecheros; junto a la mesa estaban sentados el hermano Gabriel, haciendo sus espuertas de palma; Momo, que remendaba el aparejo de la buena Golondrina, y Manuel, que picaba tabaco.
Detrás de esta tocata reinaba el augusto silencio del campo, como la inmensidad del cielo detrás de un grupo de estrellas. También se paseaba por aquellos andurriales, sin perder de vista el convento; iba y venía por las veredas que el paso traza en los terrenos, matando la yerba, y a ratos sentábase al sol, cuando este no picaba mucho.
Se murió, sin duda, de aburrido, porque ya no le quedaba adónde ir. La niña picaba alto.
Y aquí de rodillas, y allá medio a rastras, subió la roca Meñique, oyendo como se reían a carcajadas Pedro y Pablo. ¿Y qué encontró Meñique allá en la roca? Pues un pico encantado, que picaba solo, y estaba abriendo la roca como si fuese mantequilla. Buenos días, señor pico dijo Meñique: ¿no está cansado de picar tan solito en esa roca vieja?
Desde mucho tiempo atrás salía de la jaula a tomar con ella el chocolate, se le ponía sobre el hombro, le picaba suavemente en las manos a guisa de caricia, brincaba de aquí para allá sobre los muebles, y cuando tocaban a retirarse se metía otra vez en la jaula tranquilo como un cordero.
Que lo último ocurriera no era raro por ser incumbencia de los pajes, muchachos de pocos años, la vela, y cuando no se dejaban vencer del sueño, buenas sacudidas daban al instrumento porque la arena corriera y se acabara más presto su guardia. Cantaban al punto un estribillo de que Eugenio de Salazar nos ha conservado memoria, y se picaba la hora en la campana .
No picaba el sol; su luz se cernía por un velo de nubes, y la campiña tenía tonos mates, verdes glaucos, amarilleces areniscas, lejanías delicadamente cenicientas, suaves matices que se copiaban en la ciénaga tranquila. Esto es muy hermoso, Don Ignacio dijo Lucía por decir algo, pues pesaba sobre su alma el silencio, la soledad profunda del lugar . ¿No le gusta a usted?
El sol, que ya picaba, el calor, lo áspero del terreno y el cansancio de las pasadas marchas, entorpecían el acceso; pero, al cabo de media hora, las dos columnas llegaron casi al mismo tiempo a la primera línea de trincheras abandonadas, siguiendo el movimiento de avance: nadie tomó punto de reposo.
Juan solía tener por temporadas un faetón o un tílburi, que guiaba muy bien, y también tenía caballo de silla; mas le picaba tanto la comezón de la variedad que a poco de montar un caballo, ya empezaba a encontrarle defectos y quería venderlo para comprar otro.
La señá Rafaela se apresuró a despedirse de su protegido e hizo ademán de irse hacia su casa; pero en cuanto vio a Godofredo lejos, dio la vuelta hacia el café del Siglo, porque la picaba mucho la curiosidad. Romadonga entró efectivamente en el café del Siglo en tal estado de alteración que sorprendió a sus amigos.
Palabra del Dia
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