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Actualizado: 8 de noviembre de 2025
Mientras yo me entregaba a estas reflexiones, el cortejo había llegado al cementerio donde Cornelia debía ser depositada, y allí, los pesares que ella inspiraba, estallaron con mayor amargura.
El gitanillo gemía «sus pesares y sus penas» con ese sentimentalismo falso de la canción popular, añadiendo que «al escucharle un pájaro, se le habían caído de sentimiento las plumas a millares»; y la vieja y su gente le jaleaban, alabando su gracia con tanto entusiasmo como si se alabasen ellos mismos.
Su lozanía de otros tiempos, y el mismo brillo de sus pupilas, mantenido entonces a favor de melindroso pestañeo, todo huyó prematuramente de su rostro, macerado por los pesares; y el negro monjil ahuyentó para siempre los tafetanes de colores y las graciosas basquiñas de la adolescencia.
Privadamente estos dos jóvenes, afines por carácter y temperamento, se miraban como hermanos, tenían una misma bolsa, comían en un mismo plato, y confundían en un común sentimiento sus pesares y alegrías. Desde la salida de Lázaro para su pueblo no se habían visto. Cuánto me alegro de que vengas acá! dijo Javier, abrazándole otra vez. Hacen falta jóvenes como tú.
El general cogió a su nieto, alzándolo hasta sí, le dio no un beso sino un abrazo, como si fuese un hombre, y salió del cuarto juntamente enternecido y pesaroso. ¿Qué tiene usted? le preguntó su hijo al verle entrar en el despacho con los ojos llorosos. Tengo... tengo que tú me has salido liberal y, a pesar de los pesares... tu chico me ha salido socialista.
Sólo te falta echarte á llorar como los chiquillos. A ver: serenidad, y suelta todos tus pesares. Veamos por qué crees terminada tu vida, cuando eres el hijo de la suerte. El millonario fué á hablar, y Aresti le interrumpió de nuevo: Por lo que pueda convenirte, te advierto que Fernando, tu ingeniero, aguarda ahí fuera.
Yo volveré mis ojos anublados por un dolor mayor que mi arrogancia, no á los cielos sin nubes y azulados donde un Dios me mostraron en la infancia; yo de mi alma llevaré el desvío viendo á los hombres de pesares llenos, y buscaré, para consuelo mio, remedio no á mi mal, á los ajenos.
Ninguna voz viene a distraer a aquella mujer de su soliloquio, ni ninguna exigencia absoluta puede mitigar la intensidad de sus vanos pesares y de sus escrúpulos superfluos.
A esos que hablan de revoluciones del pobre los creo, como siempre, unos escandalosos perturbadores, pero en algunas cosas no les falta razón. Aún habló el señor José largamente, mezclando las desilusiones de su vida con los pesares que le daba el rebelde Barrabás. Isidro le prometió que aquella misma tarde iría a ver al muchacho.
De un salto me puse en pie. ¡Oh! ¡Haces mal, Marta! exclamé. No me dejaré despedir así. No estoy enferma y tampoco soy tan tonta para no ver que te estás consumiendo y que, cada día, encierras en ti nuevos pesares. Si no tienes ninguna confianza en mí, acabaré por creer que nada quieres tener de común conmigo, y que todo ha concluido entre nosotras. Ella juntó las manos mirándome con sorpresa.
Palabra del Dia
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