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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Apóyate en don Lázaro, Paula, que estás muy mala. ¡Ah! Triste cosa es llevar por acompañante á un caballerito como éste. El aragonés balbuceó algunas excusas, y dió el brazo á doña Paulita. Andando, sintió que la devota pesaba en su brazo como si fuera de plomo. Iba muy arrebujada, en su mantón y caminaba con dificultad. Va usted muy á prisa dijo, pesando más fuertemente en el brazo del joven.
Este español le dijo, "á fé de caballero hijodalgo, no solo ví cinco caballos atados á las ramas del rábano, sino que comí de él, y lo hallé muy tierno." Con este motivo le habló tambien de un melon del mismo valle de Ica, que pesaba cuatro arrobas y tres libras, y del que se tomó fé y testimonio ante escribano!
Tristán la contempló fijamente con curiosidad burlona. Le dio por completo la razón. Nada, nada, los jóvenes de distinto sexo no estaban bien solos bajo un mismo techo. Le pagó y la pudorosa doméstica se despidió hecha una jalea diciendo que al día siguiente vendría a buscar el baúl. Entonces Tristán quedó solo en la casa. Una tristeza inmensa, infinita, pesaba sobre su alma.
Su marido de aquesta preso estaba, Con dos pares de grillos y cadena, Y aunque el Mendieta culpas publicaba, La mayor no pesaba como avena: Y como la muger se recelaba, El alma de temor y miedo llena, Al marido á sus cuestas ha sacado, Y en la iglesia y sagrado lo ha encerrado.
Yo soy rico... di que soy inconstante... La ilusión de lo pintoresco se iba pasando. La grosería con gracia seduce algún tiempo, después marca... Cada día me pesaba más la carga que me había echado encima. El picor del ajo me repugnaba.
Los agradecidos hablan de la luz. Bolívar era pequeño de cuerpo. Los ojos le relampagueaban, y las palabras se le salían de los labios. Parecía como si estuviera esperando siempre la hora de montar a caballo. Era su país, su país oprimido, que le pesaba en el corazón, y, no le dejaba vivir en paz. La América entera estaba como despertando.
La admitieron. ¡Tanto pesaba en aquella casa la recomendación de Miquis, que había salvado del croup al niño mayor, y de los peligros de la dentición al más pequeño!
Ante el Cristo muerto había que aclamar el triunfo de la Vida. El cadáver inmenso aun pesaba sobre la tierra, pero las muchedumbres engañadas se agitaban ya, dispuestas a sepultarle. Por todos lados se oían los vagidos del mundo nuevo que acababa de nacer.
Pues qué, ¿tanto abunda el verdadero patriotismo que sea necesario conquistar a tiros la molestia y el pesar de abandonar la propia casa y la familia y los negocios, por ir a cuidar de los ajenos? Sabemos ya que don Simón, aunque muy halagado con la importancia que le concedía su propio cargo en las altas regiones en que éste pesaba algo, no estaba satisfecho.
Excitado por la murmuración, don Benigno bebió algunos vasos más de los acostumbrados, y el capellán no quiso quedarse atrás. Cuando los tertulios salieron de la tienda formando la clásica cadena, don Segis advirtió con satisfacción que la pierna entumecida le pesaba menos, y se lo hizo observar a don Benigno, que le dió por ello la enhorabuena.
Palabra del Dia
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