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Actualizado: 5 de julio de 2025
Si unas elecciones durasen mucho, acabarían con quien las maneja, a puro cansancio, molimiento y tensión del cuerpo y del espíritu, pues los odios enconados, la perpetua sospecha de traición, las ardientes promesas, las amenazas, las murmuraciones, las correrías y cartas incesantes, los mensajes, las intrigas, la falta de sueño, las comidas sin orden, componen una existencia vertiginosa e inaguantable.
Los desgraciados la odian por instinto, al recibir sus limosnas: evitan el buscarla mientras pueden, viendo en ella una institución degradante, que perpetúa su esclavitud. Ese es otro de los grandes fracasos de la moral cristiana.
Se veía en su aspecto que estaba acostumbrada a dominar, a doblegarlo todo, y aun la sonrisa de perpetua amargura que vagaba por su ancha boca, demostraba hasta qué punto acostumbraba a perseguir, sin dejarse detener, la realización de sus planes.
Asia... los tirsos, la piel de tigre de Baco». Ana sabía mucho de estos recuerdos mitológicos y pronto había dejado de ver el pobre aparato escénico del teatro de Vetusta y las bailarinas prosaicas y no todas bien formadas, para trasladarse a la imaginada región de Oriente donde su fantasía, a medias ilustrada, veía bosques misteriosos, carreras frenéticas de las bacantes enloquecidas por la música estridente y por las libaciones de perpetua orgía, al aire libre. ¡La bacante! la fanática de la naturaleza, ebria de los juegos de su vida lozana y salvaje; el placer sin tregua, el placer sin medida, sin miedo; aquella carrera desenfrenada por los campos libres, saltando abismos, cayendo con delicia en lo desconocido, en el peligro incierto de precipicios y enramadas traidoras y exuberantes.... Mientras Visita recordaba de mala manera en el piano aquella humilde polka de Salacia, que tenía de bueno lo que tenía de copia, la Regenta dejaba bailar en su cerebro todos aquellos fantasmas de sus lecturas, de sus sueños y de su pasión irritada.
8 Y te daré a ti, y a tu simiente después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán, en heredad perpetua; y les seré por Dios. 11 Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros.
No le preocupaba el peligro de una inundación. Era la suerte de las obras incompletas, y no la seguridad de las personas, lo que le hacía vivir en perpetua angustia.
Sólo así lograba que saliese de sus preocupaciones de jugadora que la tenían en perpetua distracción, hablando y sonriendo automáticamente, con una mirada de sonámbula. Lubimoff le mostró una tarde varios telegramas y cartas de Madrid, de París, de Berna. Reyes y ministros se ocupaban en averiguar la suerte del aviador desaparecido.
I así resolvió con acuerdo de los obispos i magnates en las Córtes i Concilio de Toledo el año 633, que se obligase á los que habian recibido el agua del bautismo á observar la religion cristiana: que no pudiesen educar á sus hijos menores, sino que estos fuesen confiados á cristianos viejos; i últimamente que les estaba desde aquel momento vedado el tratar con todos los que aun no hubiesen venido á la fe, bajo la pena de esclavitud perpétua.
En ninguna parte parece llevar adelante con mayor lentitud la naturaleza su obra de perpetua renovación. Y, sin embargo, esas transformaciónillas de cada día, de cada minuto, acaban por producir cambios inmensos en el aspecto de la tierra, verdaderas revoluciones geológicas.
El Faro, en el número del jueves, después de insultar con rabia a los jefes del Camarote, «se metía» también con él llamándole maliciosa y torpemente Pericles. Colocados así, uno enfrente del otro, en feroz y perpetua rivalidad, El Faro y El Joven Sarriense emplearon útilmente sus columnas en injuriarse con más o menos descaro, según arreciaba o aflojaba la lucha.
Palabra del Dia
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