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Actualizado: 24 de junio de 2025


He traído para ella telas bordadas del país de los Seras, alfombras de Ctesifón, perlas y diamantes, papagayos y monos de la India, perfumes y oro de Arabia, y chales de Cachemira.

Con ocasión de las bodas de Enrique IV, á 20 de Mayo de 1455 dió Sevilla un mandamiento á su Mayordomo, en el cual leemos: «que por quanto el rey nro. señor nos enbio mandar que sy plasiese e seruiçio le deseauamos faserle enbiasemos para las bodas que su señoria agora auía de celebrar en la çibdad de cordoua algunos perfumes e agua de azahar e pescado e asymismo algunas enpanadillas de açucar e asymesmo enbiasemos ciertas cargas de pescado». El Cabildo acordó en la fecha citada enviarlo todo, ordenando que las empanadillas «fuesen las más nobles que se pudieran

Alli hay placeres para todos los sentidos: trescientos platos diversos para cada comida, con trescientas especies distintas de licores en trescientas copas de oro y pedrería; rozagantes vestiduras de seda y de brocado, perfumes de suavidad desconocida en la tierra, y por último una perpetua juventud.

Apareció entonces el tío Frasquito, vestido ya de gran gala, cargado de perfumes y de noticias, que, como las burbujas al hervor del agua, anunciaba en su rostro una significativa y prolongada sonrisa.

Era una larguísima lista, no sólo de perfumes y jabones, sino de toda clase de objetos de tocador. El capitán había entrado por las páginas de los catálogos como en tierra recién descubierta, haciendo suyo lo que encontraba al paso. Hay aquí por valor de más de mil pesos se dijo el oficinista , y el ingeniero sólo cobra seiscientos al mes.

Todas ellas se habían exhibido sobre escenarios para mostrar conejos amaestrados, para bailar mediocremente, para cantar sin voz, y entraban en el club bajo el título vago de «artistas». Miguel avanzó á través de una atmósfera caldeada por las respiraciones y los desfallecientes perfumes. Tuvo que fijarse en dónde ponía sus pies, lo mismo que en otra época.

La vega, desperezándose voluptuosa bajo el beso del sol primaveral, envolvía al muertecito con su aliento oloroso, lo acompañaba hasta la tumba, cubriéndolo con impalpable mortaja de perfumes. Los viejos árboles, que germinaban con una savia de resurrección, parecían saludar al pequeño cadáver agitando bajo la brisa sus ramas cargadas de flores.

Y estos no tienen místicos perfumes Del balsámico aliento del Señor, Ni del artista los ligeros tintes, Ni el trazo fuerte del pensar creador. Son el aroma de las flores secas, Ecos errantes de cancion fugaz, Gotas amargas á la vez que dulces Con que el destino humedeció mi faz.

La noche era magnífica, una de esas noches de Villaverde, tibias y benignas, sin nubes ni celajes, en que los astros centellean como diamantes, en que los vientos traen a la ciudad el rumor de los campos adormecidos, los cantares del perezoso río y los gratos perfumes del valle.

Pues yo, después de haber probado las principales marcas, me he decidido por la de María Farina. Es la que he hallado mejor. Sus perfumes son menos intensos que los de otras casas, pero son mucho más delicados. Debemos exceptuar, sin embargo, la rosa blanca que, como usted sabrá seguramente, es privilegio especial del célebre Hakinsson.

Palabra del Dia

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