Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 15 de mayo de 2025


Calamitoso hubiera sido que don Pepito se hubiera muerto en vez de volver al Paraguay, al cabo de dos o tres años, con todo lo esencial de la civilización, puesto en cifra y bien estampado en el meollo. Pasaban días, el barco iba adelantando, y, si no recuerdo mal, estábamos ya cerca de las Islas Canarias.

Menester es ilustrarse, pensaba ya el doctor López: menester es alcanzar con rapidez la civilización de Europa; dar un brinco audaz y saltar de este solo brinco los nueve mil años que de la civilización nos separan. Y nadie más a propósito que Pepito Domínguez para tan arriesgada empresa.

Envidia, nada más que envidia... señora dijo dirigiéndose a su ama el criado adulador: mis chicos han visto subir el nacimiento y se han emberrenchinado en que les compre muñecos. La dama, sin hacer caso, subió lentamente la escalera y Pepito la siguió en silencio, con la cabecita baja y las manitas a la espalda, sintiendo cosas que no podía comprender, como un filósofo chiquitín.

Lo malo está en que yo no acepto ese lenguaje auxiliar, y menos aún en esta ocasión y en este sitio. Estábamos sentados sobre cubierta y rodeados de multitud de pasajeros. Anhelaba yo mostrarme severa y grave, pero apenas me lo consentía la risa que me retozaba en el cuerpo, porque D. Pepito ponía una cara cómicamente triste, y que por cierto no me parecía mal.

El que la hubiese visto retozar locamente y correr de un lado á otro, ora ocultándose de Pepito, ora persiguiendo á Enriqueta, ora llevando entre sus brazos á Emilia para sustraerla á las caricias de sus hermanos, no imaginaría seguramente que pocos momentos antes derramaba copioso y amargo llanto.

Serafina, que era también burlona y maldiciente, murmuraba, y haciendo mucha befa había referido por todas partes que la hija menor del escribano, de cuya mala salud y ruin catadura se ha dado ya cuenta, estaba prendada del boticario y le deseaba como marido, aunque sólo fuese para no ser menos que su hermana mayor, doña Nicolasa, la cual iba pronto a casarse con Pepito, el hijo del albardonero, famoso doctor en leyes.

Y no contento el doctor López con esta novedad, resolvió a los seis meses enviar cerca de su hijo, para secretario de la Legación, a su ya nombrado sobrino Pepito Domínguez. Acertado fue el nombramiento. Ni los más maldicientes hubieran podido calificarle de acto de nepotismo.

De la voluntad de usted depende que yo me muera o me cure. Muy extremoso me parecía el dilema que don Pepito me ponía. Algo, no obstante, podía tener de cierto. Siempre fui compasiva y el tal dilema me atribulaba.

Yo no soy inteligente en la hermosura de los hombres manifestó el joven riendo su frase , pero todos dicen que Pepito es guapo. ¡Ps!... Será según el gusto de cada cual ... y que me dispense Pacita, que es su pariente. Yo formo parte de esos todos y no lo digo. La verdad es apuntó Esperancita tímidamente que Pepito no pasa por feo.... Luego, es muy elegante y distinguido, ¿verdad ?

Y, por último, le lavaron la cara y le quitaron la costra y churretes de yemas. Don Paco auxilió en todo esto a las dos caritativas mujeres. El escribano, Pepito y la hermana menor recobrados ya del susto, vinieron a la puerta a llamar a doña Nicolasita, la cual, restablecida también, salió en busca de ellos, sin dar ocasión ni tiempo a que entrasen.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando