Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 24 de julio de 2025
Me parece se atrevía a decir entonces don Simón a algún compañero más viejo que él en el oficio, pero no más entusiasta del sistema que no se observa aquí la mayor formalidad.... Quiero decir que con estos enconos políticos, el país no gana cosa mayor. ¡El país va al abismo, señor de Peñascales! ¿Qué me cuenta usted? La verdad, compañero. Esto es una farsa, créalo usted.
En presencia de aquel nuevo espectáculo y con la llanura del Puerto a la espalda, ya no era yo la estatua de granito con sangre de líquidos pedernales: la contemplación de aquel laberinto de sierras bravías, de cuetos escarpados y de picachos inaccesibles; de ásperos y sombríos repliegues, de pavorosas quebradas y de abruptos peñascales, transportó súbitamente mis imaginaciones a los entusiasmos «arqueológicos» de mi padre: allí me sentí contaminado de ellos; allí concebí al cántabro de sus himnos en toda su bárbara grandeza, hasta vestido de pieles y bebiendo sangre de caballo; y aun llegué a verle: le vi, sí, resucitado en carne y hueso, en la carne y en los huesos de mi propio espolique.
A mí no me salen más que emplastos, que lo mismo pueden ser peñascales que arboledas o que nubes de granizo... Suba usted esta tarde, si no tiene mucho que hacer... Y subió Leto por la tarde. Otro día le dijo en la botica: He echado a perder aquello que dejó usted empezado para que yo lo continuara. Suba usted esta tarde para enmendarlo, si es que tiene enmienda. Y subió Leto también.
¡Cielos, si será verdad! pensó el bolonio; y añadió en voz alta : Usted me lisonjea, sin duda. No es ese mi carácter, señor de los Peñascales respondió el tuno haciéndose el ofendido. Quiero decir... se apresuró a rectificar el primero. Hagamos punto sobre ello, amigo mío. Puesto que usted lo desea, hagámosle. Y ¿podría saber su gracia? Arturo Marañas; y por añadidura, andaluz y soltero.
Y dejando a don Simón más turulato de lo que estaba, cogía S.E. a otro diputado y le decía algo que pudiera halagarle; mientras a Peñascales le agarraba un disidente, y pintándole con vivos colores la situación de la patria, y ofreciéndole en nombre de su partido torres y montones, ponía al Ministerio y a los ministeriales como trapos de fregar.
Entonces fué cuando Peñascales perdió la serenidad y se echó de bruces en el agitado mar de la política. Su situación no era para menos.
Tal fué el primer caldo que tomó Peñascales al convalecer del sofocón que le tumbó en el Congreso al caer el Gobierno que le protegía. El segundo caldo fue todavía más amargo.
Allí, S.E. le había llenado de incienso, asegurándole, entre otras cosas, que con el concurso de hombres tan respetables e ilustrados como el señor de los Peñascales, todos los conflictos políticos y económicos se conjuraban, y España estaba de enhorabuena.
«Dentro de algunos días tratará en las Cortes el opulento diputado don Simón de los Peñascales un asunto de vital interés para el distrito que representa.
Su ambición de lustre abarcaba mucho más. ¿Qué era él todavía en la corte? ¿Quién hablaba del señor de los Peñascales, ni de la familia del señor de los Peñascales? ¿Qué periódico había cantado su opulencia, o la severa dignidad de doña Juana, o los atractivos de Julieta?
Palabra del Dia
Otros Mirando