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Actualizado: 28 de julio de 2025
Desde cada altillo puede uno considerar en conjunto la ciudad, puede verla levantando al cielo las torres de sus baluartes y sus templos, los álamos de sus paseos y sus patios, los desiguales techos de sus casas, sobre los cuales cree uno aun distinguir en pie las sombras de sus antiguos héroes.
Agréguese al interes de esos mil pormenores el primor de la vegetacion interior, y se comprenderá la hermosura de aquel pangrama semi-oriental y semi-español al mismo tiempo. Los huertos y jardines son innumerables, no solo en los arrabales sino tambien en el centro de la ciudad, mantenidos con esmero en los patios interiores.
Es costumbre en Cádiz, cuando llega Navidad, fijar columpios en los patios de las casas, y aun dentro de éstas cuando no hay acomodo fuera. Por las tardes se reúnen mancebos y zagalas en torno del aparato y pasan gozosamente el tiempo columpiándose, en medio de alegres cánticos y algazara. Los columpios se descuelgan cuando llega Carnaval.
Detras del edificio están cercados por altas y sólidas murallas los patios á donde salen los reclusos, de uno en uno y por turno, á descansar y gozar del sol, del aire puro y algun ejercicio. Cuando estuve allí habia 80 reclusos, número que es el ordinario, y 30 reclusas solamente. Cada detenido se encuentra en su celda trabajando, obligado á una tarea de mínimum fijo, y constantemente vigilado.
La blancura deslumbradora de sus casitas, que cada pocos días enjalbegan las mujeres, la estrechez de sus calles, la limpieza extraordinaria de sus patios y zaguanes, acusan la presencia, por muchos años, de una raza fina, culta, civilizada, que ha dejado por los lugares donde hizo su asiento hábitos graciosos y espirituales. El pueblo es pequeñísimo: al instante se sale de él.
Entonces, la chusma entera se cierne sobre Londres como una nube de cuervos, y el barrio de San-Gil queda desierto durante todo el dia.... Habíamos recorrido tres callejuelas y algunos patios y laberintos, y mi compañero, temeroso de que nos extraviásemos sin encontrar salida, me dijo: Salgamos de este país maldito. Lo que U. ha visto es suficiente, porque todo es igual, cuando no peor.
Así como las fronteras nacionales tienen sus jefes de aduana sin cuyo pase no es posible entrar, el real sitio de San Lorenzo posee un interesante personaje (nada antipático por cierto) sin cuya compañía es de todo punto inútil, si no imposible, visitar los monumentos, los jardines y demas bellezas del lugar. Ese personaje es un ciego, llamado Cornelio, de reputacion mas que europea, anciano muy bondadoso y atento y de una memoria prodigiosa apesar de sus setenta y seis años. Cornelio es el guia ó cicerone obligado de todo el que visita el palacio del Escorial. El siglo XIX lo encontró ya privado de la vista, y durante cincuenta ó mas años el pobre ciego ha recorrido por lo ménos quince mil veces todos los claustros, salones, galerías, escaleras y patios del inmenso edificio, y relatado dia por dia los mismos hechos y las mismas cosas á centenas de miles de curiosos visitadores.
Los patios, con elegantes columnas de mármol; la regia escalera principal, embellecida con magníficas estatuas; todo el interior en una palabra, aunque silencioso y triste, correspondiendo á la admirable fachada del canal. Nada ciertamente mas artísticamente bello que el palacio de Pésaro, situado al centro del Gran Canal y unido al de Catalina Cornaro, reina que fué de Chipre.
Esta pava clandestina es la pava por excelencia, especialmente en el invierno. Todo duerme en la ciudad de Boabdil, menos la campana de la Vela y las sonoras fuentes de los patios. El alumbrado público se apagó á las doce. Por la calle sólo pasan otros novios que van ó vuelven. Pegado á una reja que casi linda con el suelo hay un fantasma con capa y hongo.
Hubiérase dicho que se tenía a la vista una de esas alegres aldeas de la Saboya o de mis queridos Pirineos , con sus cabañas de paja o con sus techos rojos de teja, sus ventanas azules y sus paredes adornadas con cortinas de trepadoras, sus patios llenos de árboles frutales, sus callecitas sinuosas, pero aseadas, sus granjas, sus queseras y su gracioso molino.
Palabra del Dia
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