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Pero mira, madre, ¡cuántas gentes extrañas, y entre ellos indios y también marineros! ¿Para qué han venido todos esos hombres á la plaza del mercado? Están esperando que la procesión pase para verla, dijo Ester, porque el Gobernador y los magistrados han de venir, y los ministros, y todas las personas notables y buenas han de marchar con música y soldados á la cabeza.

2 Y Jefté les respondió: Yo y mi pueblo, teníamos una gran contienda con los hijos de Amón, y os llamé, y no me defendisteis de sus manos. 3 Viendo, pues, que no [me] defendíais, puse mi alma en mi palma, y pasé contra los hijos de Amón, y el SE

Y era tal su gesto, que Fuentes levantó los hombros cual si repeliese toda responsabilidad, y le volvió la espalda, aloyándose poco a poco, con la certeza de ser necesario de un momento a otro. Gallardo extendió su trapo en la misma cabeza de la fiera, y ésta le acometió. Un pase. «¡Olé!», rugieron los entusiastas.

Por esta vez pase, porque es usted aplicado y sabe la tabla de multiplicar; pero la sabiduría es poca cosa cuando no va acompañada por la buena crianza. No olvide usted esto, señor de Llopis.

Pase usted, señor don Elías exclamó ella con su unción acostumbrada; pase usted: aquí estoy suplicando por amor de Dios á su sobrino que no le más disgustos. ¡Oh! Pero él se va arrepintiendo ya de los errores de su juventud. ¿Qué extraño es que la juventud peque, entregada á misma, sola por espinosos caminos? Le estoy recomendando la moderación, la cortesía, la prudencia.

Despues llegó el insular, se instaló en el extremo opuesto del salon y se puso á escribir tambien, interrumpiendo de tiempo en tiempo su tarea para meditar. Tentóme la curiosidad y pasé por detras para ver lo que hacia.

Pasé años haciendo una vida de pillo, pero puedo decir que he devuelto un alma al Señor... Ya le contará más despacio el señor de Maltrana mi conquista del zapatero. Y paseaba, guiñando los sanguinolentos ojos, frotándose las manos, celebrando su malicia y aquella conversión que era el acto más glorioso de su vida.

Pase adelante, Pare Santo... Entre su mersé, bigotillo de gobernaor... ¡Qué honra pa nosotras el verle!... Aquí estamos haciéndole compañía a este pimpollo de Abril, que lleva en su tripa bonita una churumbela como er mesmo Niño Dios.

Ya hacía diez días que tenía mis pasajes en el bolsillo, por donde se verá cuánto desconfiaba de mismo. María Elvira estaba indispuesta asunto de garganta o jaqueca pero visible. Pasé un momento a la antesala a saludarla. La hallé hojeando músicas, desganada. Al verme se sorprendió un poco, aunque tuvo tiempo de echar una rápida ojeada al espejo.

Sobre una puerta Tragomer leyó: "Administración penitenciaria Despacho del Gobernador Secretaría general;" Entró y un empleado soñoliento levantó la cabeza al oir pasos y dijo con voz agria: ¿Qué desea usted? Hablar con el señor secretario... ¡Otro inglés! murmuró el empleado; y levantándose perezosamente entró en la habitación contigua. Pase usted, dijo reapareciendo un momento después.