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Un plano que pase por el eje de la Tierra la corta también en dos partes iguales, siguiendo una línea que puede considerarse casi como un círculo: este plano es lo que se llama un meridiano, y la curva Pm´mMm´´P´ es la meridiana, en los horizontes de los lugares , m, M, m´´.

Pues ahí verá usted. ¿Y si le digo que hace ya más de una hora que andamos de ronda por toda la casa, de pieza en pieza y de balcón en balcón, mira aquí y asómbrate allá?... ¡Es posible?... Y ¿por qué no ha de serlo? En usted, pase, porque está más avezado, es de aquí y lo tiene ley; pero esta señorita... ¡A buena parte va usted!

Ambos establecimientos eran, al parecer, de un mismo dueño: el pequeño tenía una puerta a la calle y el grande dos. Es en la tienda de al lado dijo el buñuelero sin urbanidad ; pero se puede entrar por aquí. Pase usted, caballero.... Señá Nazaria, aquí preguntan por usted. Cuando la naranja se vuelva limón.

¡Que no, que no recibo! repitió, con un juramento. Señor insistió el criado, dice que tiene que ver forzosamente al señor; que se trata de un asunto de interés. Don Bernardino cogió de nuevo la tarjeta y leyó: Robert. Bueno, que pase; acabemos. Pidió a misia Gregoria que arreglase las mantas del lecho, que abriera las cortinas y le diera el espejo de mano.

Mire usted decía si yo tuviera aquí una bomba Orsini... se la arrojaba sin inconveniente al señor Magistral cuando pase triunfante por ahí debajo. ¡Secuestrador! Calma, don Víctor, calma; esto es el principio del fin. Estoy seguro de que Ana está muerta de vergüenza a estas horas.

Paz, que jamás había oído tales nombres, se fijó en ellos con cuidado: Tirso prosiguió: Esta mañana se ha despedido de Vd.; pero los últimos instantes que pase en Madrid... tenga Vd. valor, señorita, serán para ella: estoy seguro de que irá a verla.

No lo dudo replicó Garmendia . Soy tan vascongado como cualquiera, pero siento que a mis paisanos les pase lo que a los irlandeses, que son muy religiosos, pero les gusta demasiado el vino. ¿Y qué? ¿Por qué no les ha de gustar?

Cuando me leyó Alfonso los versos de su poema, donde ensalza todos los guerreros y todos los príncipes de la familia real, y observé que ni una sola palabra decía del duque de Orleans, tuve un disgusto tan grave que me hizo derramar lágrimas; entonces le supliqué que no dejara desairado con semejante silencio a un príncipe en cuya casa pasé yo mi niñez, y cuya madre y hermana nos habían colmado de bondades.

Acepté más que de prisa el brazo que el Marqués de Oreve me presentaba, arqueado en forma de guirnalda. Cuando pasé al lado de Máximo, que acababa de llegar, me echó una mirada severa que me intimidó. Pero como tenía conciencia de no haber hecho nada malo, no quise atormentarme. Después de comer, Lautrec se llevó a Máximo a un rincón para concertarse con él y en seguida cogió un cigarro y salió.

Hizolo asi, y yo vi lo que no oso Pensar, no que decir, que aqui se acorta La lengua y el ingenio mas curioso. Que se pase en silencio es lo que importa, Y que la admiracion supla esta falta El mesmo grandioso caso exôrta. Puesto que despues supe que con alta Magnifica elegancia y milagrosa, Donde ni sobra punto ni le falta,